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Murcia, Francisco Salzillo y la Cofradía de Jesús J. J. García Hourcade y A. Irigoyen López<br />
Estas palabras resumen y explican toda la serie de teorías<br />
que los científicos sociales han elaborado sobre el papel del<br />
clero en la sociedad tradicional. Es su función de mediación<br />
ante la divinidad su rasgo diferencial y diferenciador. La Iglesia<br />
postmedieval elaboró una teoría de la salvación por la que el<br />
hombre debía de contar con unos intermediarios para llegar<br />
a Dios y alcanzar la salvación. Los intermediarios eran, por<br />
un lado, los santos y la Virgen y, por otro, el cura párroco 3 .<br />
En consecuencia, esta función espiritual es la que explica que<br />
dentro de la sociedad del Antiguo Régimen, los clérigos ocupasen<br />
la primera posición. En el esquema tripartito medieval<br />
que se trasvasó a la época moderna, el estamento eclesiástico, el<br />
ordo clericalis, por su cercanía a Dios y por su función espiritual,<br />
se consideraba un estamento privilegiado. La importancia de<br />
esta empresa, junto al prestigio que les reportaba su función de<br />
intermediarios de los hombres ante Dios, implicaba que debían<br />
dedicarse a su ministerio pastoral en cuerpo y alma. Lo cual justificaba<br />
el hecho de que los labradores (y, por extensión, la totalidad<br />
del estado llano) tuvieran la obligación de mantenerlos.<br />
Sociedad sacralizada y también ciudad clericalizada. Aunque<br />
Murcia fuera la capital del reino, una de las 17 ciudades<br />
castellanas con voto en Cortes, la verdad es que era una<br />
ciudad agrícola. El casco urbano era más bien pequeño, si<br />
bien es cierto que ya había empezado a saltar los límites<br />
a que le constreñía la muralla. Con todo, San Juan seguía<br />
siendo el arrabal y la ciudad acababa pasada Santa Eulalia<br />
en las Puertas de Orihuela. Por otra parte, contaba con pocas<br />
plazas y sus calles eran estrechas y muy quebradas. Pocas<br />
estaban empedradas. En este espacio reducido, no obstante<br />
las construcciones religiosas eran numerosas. Lo que revelaba<br />
la existencia de una representación muy nutrida del clero.<br />
Porque a la condición de cabeza del reino, Murcia añadía<br />
otras dos condiciones jerárquicas, ambas de la esfera religiosa.<br />
A pesar de mantener el nombre de Cartagena era la capital de<br />
la Diócesis, donde residía el prelado y se asentaba la Catedral<br />
y su cabildo. Y además, en ella se asentaba un Tribunal del<br />
Santo Oficio de la Inquisición, cuya jurisdicción superaba los<br />
límites del Obispado y del propio reino, puesto que llegaba<br />
hasta Orihuela, zonas de La Mancha e incluso se ocupaba<br />
de Orán 4 .<br />
3 Boissevain, J. 1985, pp. 130-131.<br />
4 Blázquez Miguel, J. 1986.<br />
56<br />
Tal maquinaria administrativa requería numeroso personal.<br />
De tal forma que en Murcia durante el siglo XVIII el clero<br />
podía representar en torno al 1,5 % de la población. Es difícil<br />
cuantificar los efectivos eclesiásticos para la primera mitad del<br />
siglo XVIII. No obstante, parecer ser que durante gran parte<br />
de la centuria se continuó la tendencia alcista que comenzó<br />
a hacerse patente desde finales del siglo XVII. En cualquier<br />
caso, tanto el Catastro de Ensenada de 1756 como el Censo<br />
de Floridablanca de 1787 arrojan una cifra similar de eclesiásticos:<br />
poco más de 1.200 individuos. En el conjunto de la<br />
Diócesis, el clero era sobre todo regular, predominantemente<br />
masculino, casi exclusivamente urbano, casi podría decirse<br />
que metropolitano 5 . Y dentro del clero regular, la preponderancia<br />
de la orden franciscana era casi abrumadora. Como ya<br />
hemos escrito en otra parte 6 sabemos que desde finales del<br />
siglo XVI hasta mitad del siglo XVIII se produjo un aumento<br />
de los efectivos eclesiásticos. En cualquier caso, queda por<br />
comprobar la dinámica que conoció el estado eclesiástico<br />
durante el siglo XVII, aunque algunos estudios, es cierto que<br />
circunscritos a la ciudad de Murcia, parecen indicar que en el<br />
primer tercio hubo un ligero aumento con altibajos respecto a<br />
los datos de 1591, una caída en torno a la mitad de la centuria,<br />
para experimentar un aumento en el último tercio 7 . Tendencia<br />
alcista que se mantendrá durante el siglo XVIII, para iniciar<br />
luego un periodo de declive en el XIX. Se puede apreciar esta<br />
dinámica en el gráfico y tabla que siguen.<br />
Efectivos del clero secular del obispado de<br />
Cartagena, 1756-1867<br />
1800<br />
1600<br />
1400<br />
1200<br />
1000<br />
800<br />
600<br />
400<br />
200<br />
0<br />
1756 1769 1787 1797 1843 1859 1864 1867<br />
5 Lemeunier, G. 1980, p. 26.<br />
6 Irigoyen López, A., y García Hourcade, J.J. 2002, p. 45 y ss.<br />
7 Irigoyen López, A. 1997.