No.5, septiembre-octubre 2008 - Convivencia
No.5, septiembre-octubre 2008 - Convivencia
No.5, septiembre-octubre 2008 - Convivencia
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
tremenda película, esa con la que su amada ídolo<br />
obtuvo un Oscar Dangerous Enia bebe el néctar dorado<br />
que se embalsa en el vientre, busca el aliviadero y se<br />
pierde en la maraña que bordea al falo, su lengua<br />
prueba los ardores, borra las filigranas y se sorprende<br />
ante la nitidez y la sorpresa del dolor, naturaleza del<br />
dolor convertido en pánico, irracionalidad.<br />
- No fue nada, amor, te pondrás bien.<br />
El bisturí, los espejos, la narcosis la sumerge en un<br />
marasmo de seres inauditos.<br />
- No fue nada amor.<br />
Luego la venda en los ojos, la no-luz.<br />
- Tuvieron que operarte de urgencia, un problema<br />
sin importancia en las córneas.<br />
La venda, el silencio, las cartas sobre la mesa, la<br />
enfermera búlgara, que no sabe decirle quien la<br />
contrató para cuidarla, la casa vacía.<br />
- ¿Y Romano?<br />
La enfermera no sabe. La casa vacía, las cuentas<br />
sin pagar, el plazo que les da cierto dueño para<br />
abandonar la casa. No, nadie sabe quien es el tal<br />
Romano. La enfermera búlgara, un alma de Dios, la<br />
lleva para su casa, una verdadera Babel, checos,<br />
polacos, montenegrinos, serbios, rusos, moldavos,<br />
armenios. Todos juntos, en una concordia imposible,<br />
como al inicio del mundo.<br />
Enia aprende el olor de las lámparas de aceite, de<br />
los cuerpos hacinados, del sudor, del vodka, de las<br />
sopas colectivas, de las manos que buscan y se<br />
disputan sus piernas por la madrugada, de los<br />
desesperados asaltos nocturnos. El olor de la<br />
muchacha que comparte sus vahídos, los insultos, las<br />
súplicas y luego acaricia su cuerpo macerado y la<br />
protege del frío.<br />
Lleva un año en Italia y parece un siglo, el jefe de<br />
esa extraña sociedad, Pavel, busca a Romano, nadie<br />
sabe nada de él, no existe, los hombres de Pavel lo<br />
buscan por toda la ciudad, la casa no le pertenece,<br />
fue rentada por una sociedad anónima que tampoco<br />
existe. Nada queda. Enia desespera, no tiene<br />
documentos, no tiene nombre ni nacionalidad, no<br />
existe, no tiene idioma, en esta Babel nadie entiende<br />
lo que dice.<br />
Esta casa, ciudad inventada por ellos, ciudad que<br />
dibujan a imagen y semejanza de sus aldeas, de sus<br />
urbes, la trazan a plumilla con el ardor de los náufragos.<br />
Koljoz donde todo se reparte y las dos mujeres, una<br />
ciega y otra desleída por la lluvia y la soba,<br />
instrumentos de trabajo, medios de producción,<br />
contribuyen al sostén de la comuna. Karel, el pintor,<br />
intenta mejorar sus caderas a pincel, se esmera en<br />
fabricarle redondeces al cuerpo que se consume, un<br />
trapo de tela negra le cubre los ojos, telón que le<br />
protege del vértigo.<br />
Apenas reconoce la voz que le habla en su idioma,<br />
su cuerpo se hunde en el asiento mullido del auto, se<br />
adormece en el ronroneo del motor. La embajada y la<br />
18 Un umbral para la ciudadanía y la sociedad civil<br />
gente fría, ajena, no hay regreso, lleva más de 11<br />
meses, y los policías y los médicos, sus amigos que<br />
localizaron la sede cubana, no entienden, no<br />
comprenden, los más viejos de la comuna recuerdan<br />
y mueven la cabeza de un lado al otro con pesar.<br />
Mamá, estoy bien, regreso pronto y la foto de la<br />
muchacha con los ojos vendados, desnuda sobre un<br />
diván harapiento, entre colillas de cigarro, botellas,<br />
latas de cerveza y lámparas de aceite, la sonrisa es un<br />
trazo difuso, algo morbosa. Junto al diván, una máquina<br />
de coser, un samovar, una pucha de flores, las manos<br />
descansan sobre los muslos, la cabeza inclinada sobre<br />
el hombro derecho, el torso erguido, una banda de<br />
tela negra le cubre el rostro, ajorcas en los tobillos,<br />
pulseras de cobre en las muñecas, cadena con<br />
monedas en la frente.<br />
A Enia le gusta sentarse en la orilla de la playa, el<br />
mar le acaricia las piernas, sonríe a las voces que<br />
elogian su cuerpo, soeces unas, elegantes otras, vive<br />
en un mundo de voces, de sueños, donde todo se<br />
aligera y se reconstruye a su gusto.<br />
Entra al mar, las algas trepan por sus muslos, frías,<br />
pegajosas como las manos de Romano que huyó con<br />
sus ojos, Romano que no existe, que nunca existió,<br />
pesadilla de luces y hospitales donde hurgan en sus<br />
cuencas vacías, no hay a quien reclamarle, como en<br />
Lo que el viento se llevó, nadie sabe nada, Esas cosas<br />
suceden, se hunde en las entrañas del ser policaudado<br />
que la penetra, el comercio de órganos en un problema<br />
grave hoy en día, lo busca la INTERPOL, el fondo, un<br />
marasmo de miedos, lengüetazo goloso del ser en su<br />
vulva, en el vientre, en el cuello, no eres el único caso,<br />
alguien mira con sus ojos, siente la luz bien adentro,<br />
los edificios, los árboles, las avenidas, otra mirada, no<br />
es solo el mar, no es solo las entrañas, es difícil andar<br />
por este mundo y mirar en otro, marcar los pasos en<br />
un camino ajeno, es otro el cuerpo que contempla,<br />
otro el hombre que se acerca y besa sus ojos, siente<br />
la caricia en los párpados, en las cuencas llenas de<br />
abismos donde intentan asomarse los peces.<br />
La foto en la arena, acostada, los ojos vacíos, la<br />
mano derecha estruja una banda de paño negro, el<br />
agua le acaricia los tobillos, a su lado un termo azul,<br />
una sombrilla, un caracol. La foto en papel Kodak,<br />
brillante, Enia acostada en la arena, los senos<br />
desnudos, los pezones café, la banda de paño negro<br />
sobre el pubis, el ombligo cubierto de arena, por detrás<br />
de la foto en tinta azul. Estoy bien mamá, regreso<br />
pronto.<br />
_____________<br />
Raúl Capote. La Habana<br />
Escritor y Editor.<br />
Fue miembro del Jurado del Concurso Vitral y del Concurso<br />
de las Bibliotecas Independientes de Cuba.