No.5, septiembre-octubre 2008 - Convivencia
No.5, septiembre-octubre 2008 - Convivencia
No.5, septiembre-octubre 2008 - Convivencia
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
DEPORTES<br />
EL BEISBOL CUBANO: ¿DECADENCIA O<br />
CHOQUE CON LA REALIDAD?<br />
Por Belisario Carlos Pi Lago<br />
No me gustaría hablar de beisbol sin remontarme<br />
a sus raíces en Cuba. Y que nadie me venga con eso<br />
de que no soy cronista deportivo, porque no tengo<br />
intenciones de opinar como especialista, sino como<br />
observador. Vaya, háganse la idea de que soy uno<br />
más de las peñas deportivas. Y, por supuesto, siendo<br />
así, no pretendo gastar espacio en historias profundas<br />
y alardes de erudición con largas listas de mambises<br />
que jugaron pelota, ni con frases rimbombantes dichas<br />
por fulano o mengano en tal o más cual época. Eso sí,<br />
bajo ningún concepto, renuncio a algunas pinceladas<br />
“de buena tinta” que prueban la indiscutible calidad<br />
de los cubanos en el deporte de las bolas y los strikes<br />
a través de su historia. No en balde, aquel guajiro,<br />
amigo mío, por cierto, aseguraba que “al cubano, dale<br />
gallos finos, aguardiente y pelota”.<br />
Mucho antes de aquel histórico desafío entre<br />
Habana y Matanzas en el también histórico Palmar<br />
del Junco con su consiguiente racimo de carreras, ya<br />
en Cuba se jugaba pelota, es decir, desde la segunda<br />
mitad del siglo XIX hasta nuestros días, el ascenso del<br />
beisbol en esta isla se puede calificar, sin temor a<br />
dudas, de vertiginoso. Lo de que el cubano, como<br />
nación, es deportista desde sus mismas raíces lo<br />
prueba la temprana existencia de figuras como Ramón<br />
Fonst, Félix, El Andarín, Carvajal, José Raúl Capablanca<br />
y otros muchos que, en distintos deportes llevaron<br />
nuestras cuatro letras al podio, cuando todavía apenas<br />
se nos secaba el agua del bautizo.<br />
Vista aérea de unos de los estadios de beisbol de Beijing.<br />
22 Un umbral para la ciudadanía y la sociedad civil<br />
Entre los países latinoamericanos, Cuba fue, hasta<br />
1959, la principal cantera de las Grandes Ligas. Allí<br />
tuvimos, a lo largo de media centuria, figuras de la<br />
talla de Adolfo Luke, Miguel Ángel González, Conrado<br />
Marrero, Orestes Miñoso, Miguel Cuéllar, Luis Tiant,<br />
Orlando Peña, Tony Oliva, Tany Pérez y un etcétera de<br />
aquí a yo no sé dónde. ¿Hay más?, pues claro que sí,<br />
estrellas de la raza negra como Martín Dihigo, Cristóbal<br />
Torriente y José de la Caridad Méndez, “El Diamante<br />
Negro”, hoy también ocupan honorables puestos en<br />
el Hall of Fame de Nueva York, aún cuando nunca<br />
pudieron llegar a las ligas mayores por la limitación<br />
que les imponía el color de su piel en una época de<br />
abierto segregacionismo racial.<br />
En resumen, Cuba tuvo una verdadera constelación<br />
ubicadas en los equipos de las Grandes Ligas, el beisbol<br />
de triple A y otras ligas profesionales en países del<br />
área; tuvo un Campeonato Nacional de Invierno de<br />
reconocidísima calidad en el que resaltaron nombres<br />
como Jiquí Moreno, Willy Miranda, Héctor Rodríguez,<br />
Tony Taylor, Carlos Paula y basta, que se me acaba el<br />
papel. Estos nombres defendieron, año tras año los<br />
colores del Almendares, el Habana, el Marianao y el<br />
Cienfuegos, primero en el estadio de La Tropical -hoy<br />
Pedro Marrero- y después en el del Cerro, que, a partir<br />
del ´59, tomó el nombre de Latinoamericano, hasta<br />
nuestros días. Cuba fue, además, frecuente ganador<br />
en la llamada Serie del Caribe y ostentó una franquicia<br />
de Triple A con los Cuban Sugar Kings, equipo que, a<br />
pocos años de su creación se alzó con un campeonato<br />
de esta liga, antesala indiscutible de las Major Leagues,<br />
o sea, la flor y nata del beisbol mundial. Es justo<br />
consignar que, con todo el ya expuesto desvío de<br />
figuras hacia los predios del llamado beisbol<br />
organizado, nuestra pelota de aficionados no era<br />
segunda de nadie. La Liga de Pedro Betancourt en la<br />
Provincia yumurina y varias ligas inter centrales<br />
azucareros producían estrellas del beisbol como<br />
arenas el desierto o nieve los polos. Además, cada<br />
pueblo, por pequeño que fuera, tenía su novena local,<br />
integrada por jóvenes trabajadores, verdaderamente<br />
aficionados, que, de una forma u otra, se las<br />
agenciaban para procurarse los trajes, los guantes,<br />
los bates y las pelotas. Sabe Dios hasta dónde<br />
habríamos llegado si aquellos gobiernos se hubieran<br />
ocupado de crear escuelas deportivas al estilo de las<br />
EIDE y las ESPA de hoy.