No.5, septiembre-octubre 2008 - Convivencia
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Varona fue un opositor radical de la violencia. Sin<br />
embargo, el estudio de los hechos lo condujeron al<br />
independentismo. En Cuba contra España1 , escribió:<br />
“La guerra es una triste necesidad. Pero cuando un<br />
pueblo ha agotado todos los medios humanos de<br />
persuasión para recabar de un opresor injusto el<br />
remedio de sus males; si apela en último extremo a la<br />
fuerza con el fin de repeler la agresión permanente…<br />
ese pueblo hace uso del legítimo derecho de defensa,<br />
y se encuentra justificado ante su conciencia y ante<br />
el tribunal de las naciones”. Culminada la guerra, ya en<br />
la república, planteaba que: “la vida civil ofrece mucho<br />
más campo a la abnegación; sólo que el resorte es<br />
siempre la humanidad, y en la guerra lo es la ambición<br />
de un príncipe o el triunfo de un sistema”. En su<br />
conferencia El imperialismo yankee en Cuba reiteró<br />
que su paliativo consistía en: “pedir al cubano que se<br />
resista a todo consejo o sugestión de violencia; la<br />
cual se volverá inmediatamente contra nosotros<br />
mismos”<br />
Varona consideraba que el cambio social debería<br />
realizarse mediante las reformas y la participación<br />
ciudadana. A los graduados de 1927 les decía: “Pero<br />
no se conformen ustedes con los cambios políticos,<br />
si a éstos no sigue, para completarlos y afianzarlos,<br />
un cambio de orientación social”. En Con el eslabón<br />
expresó: “Toda revolución política se esteriliza, como<br />
no abra el camino a una revolución social”. A forma<br />
de epílogo en agosto de 1930, en Mis consejos, dijo:<br />
“La república ha entrado en crisis, porque gran número<br />
de ciudadanos han creído que podían desentenderse<br />
José de la Luz y Caballero, discípulo de Varela y uno de los<br />
más grandes educadores cubanos.<br />
de los asuntos públicos. Este egoísmo cuesta muy<br />
caro. Tan caro, que hemos podido perderlo todo”.<br />
En economía consideraba que “las necesidades<br />
económicas y las actividades que estas ponen en<br />
juego, si bien no constituyen el único motor de los<br />
fenómenos sociales, sí están en la base de los más<br />
aparentes y decisivos”. Tanto en la colonia como en<br />
la República, propugnaba un desarrollo independiente.<br />
Desde esa óptica se ocupó de los problemas de<br />
nuestra economía y asumió la defensa del capital<br />
nacional, que constituyó su principal posición<br />
ideológica. Su credo era que el pueblo cubano solo<br />
requería “de libertad e independencia para ser un factor<br />
de prosperidad y progreso en el concierto de las<br />
naciones civilizadas”.<br />
En la colonia aconsejaba promover la pequeña<br />
propiedad y fomentar una clase media nacional. En<br />
este sentido prestaba gran atención a los criterios de<br />
Francisco de Frías, Conde de Pozos Dulces, quien<br />
planteaba que: “Cuba debiera ser por excelencia la<br />
patria de la pequeña propiedad y de los cultivos en<br />
escala menor”. En correspondencia con esa posición<br />
llamaba a constituir la pequeña propiedad agrícola,<br />
entorpecida por el asalto de los grupos financieros<br />
norteamericanos a inicios del siglo XX.<br />
En el Imperialismo a la luz de la sociología2 Varona<br />
empleó por vez primera en Cuba, el concepto de<br />
imperialismo con rigor científico: “Lo que llamamos<br />
hoy el imperialismo –decía– es un fenómeno muy<br />
antiguo al que se ha dado un nombre nuevo; porque<br />
debemos entender… por imperialismo, la forma de<br />
crecimiento o integración de un grupo humano cuando<br />
llega expresamente a tener la forma de dominación<br />
política, sobre otros grupos diversos, de distinto origen,<br />
próximos o distantes del núcleo principal” y agregaba:<br />
“Ningún pueblo más interesado que el nuestro en este<br />
estudio, porque nosotros nos encontramos<br />
precisamente con haber servido para la primera<br />
demostración, la más concluyente, al menos, de la<br />
forma que ha tomado la expansión americana en el<br />
cerebro de sus estadistas actuales”. Para él “la<br />
inestabilidad que atravesaba Cuba desde un siglo atrás<br />
se basaba en su estructura económica: al principio,<br />
los cubanos tenían la tierra y, por tanto, la riqueza<br />
agrícola, pero no el poder político; con la Guerra<br />
Grande, el cubano perdió esa supremacía económica<br />
y no adquirió el poder político; con la Guerra del 95<br />
obtuvo ese poder, pero no pudo recuperar su potencia<br />
económica...”.<br />
Pedro Pablo Rodríguez, en La ideología económica<br />
de Enrique José Varona, plantea que este no atrapó lo<br />
novedoso de la fase del modo de producción<br />
capitalista, señalado por Lenin 11 años después. En<br />
esta afirmación Pedro Pablo pierde de vista que<br />
Varona, desde el positivismo, estudió de forma<br />
concreta el peligro que representaba el imperialismo<br />
para la Isla y arribó a una conclusión vital: la necesidad<br />
de defender la pequeña y mediana propiedad en<br />
manos cubanas; mientras que Lenin, desde el<br />
materialismo dialéctico, trasladó el estudio del capital<br />
premonopolista a la etapa del monopolio. Tampoco<br />
se sostiene el planteamiento de Pedro Pablo acerca<br />
<strong>Convivencia</strong>. Año I. No 5 I 59