Revista Nueva Epoca No 2 - Universidad Autónoma del Estado de ...

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4. Ser atrevido: tener siempre un aura de atrevimiento, agresión, toma de riesgos y vivir al borde del
precipicio.
Estos cuatro elementos básicos se traducen en un estilo de relación con el mundo caracterizado por un
comportamiento afectivo limitado, por una conducta sexual restringida, por actitudes basadas en
modelos de control, poder y competencia, así como en una dificultad para el cuidado de la salud.
Paternidad y paternidades
Tomando como referencia lo anterior la manera en que se ejerce el modelo tradicional masculino,
comienza desde el nacimiento, pues se distingue como cualidad biológica el sexo del individuo, pero la
cultura da las pautas de comportamiento que deberá seguir según ese sexo, es a lo que se le denomina
género o rol, en este caso el masculino. Debido a ello la función del padre estará determinada por dichos
roles que son aprendidos desde la infancia cuando el niño al nacer establece sus relaciones de afecto,
necesidades de satisfacción, protección y apoyo en mayor medida con la madre. Al principio tales
necesidades son fundamentalmente alimenticias, pero también de contacto, de ternura y de cercanía.
Respecto a ello Fuller (2000) denota que a la literatura se le ha olvidado que para los hombres y las
mujeres una de las principales funciones del padre es dar afecto y comprensión a los hijos.
En torno a ello Ramírez (1996) retoma una investigación en las áreas rurales y en las urbanas de clase
media y baja, la familia tiene esas características. El padre es temido frecuentemente, ausente tanto como
presencia real, como en su carácter de compañía emocional. Esta imagen de padre ausente se suscita no
sólo por el abandono definitivo de éste sino también por su continua distancia, considerando que por
razones de trabajo los papás alternan poco con los hijos, ya que se van más temprano, porque llegan
tarde o porque viajan continuamente, dejando a sus mujeres toda el área educativa y formativa de los
hijos; en tales condiciones, la falta de afecto no puede ser mayor, siendo por lo tanto la mujer la que
alterna con ellos a cada momento, ella los regaña, los aconseja, los estimula, los reprende o los mima ella
sabe de sus alimentos, de su ropa, de su aprovechamiento escolar, en fin es una situación qué de una
degeneración neurótica, se convierte en una actitud posesiva.
Es por esta razón que en México como en otros países latinos, la presencia del padre o el rol paterno se
torna distante y muy diferenciado del materno, donde de alguna manera “brilla por su ausencia”, tanto
física como emocionalmente, lo que genera otra ausencia dentro del hijo, al no poseer una imagen seria y
concreta de lo que representa la figura masculina. Como ya es bien sabido, ello no surge de un momento
a otro ni por azares del destino, se va edificando a través de los años en una familia con una crianza
determinada y dada por la madre en la mayoría de las ocasiones, pues a ella desde tiempos remotos se le
ha dado la tarea y el rol de madre quien atenderá las demandas de los hijos, poseerá un instinto maternal
que la hará amar y desvivirse por ellos, sin tomar en cuenta muchas veces sus propias necesidades. Con
una actitud de sumisión. Es por ello que se han llevado a cabo una serie de acciones a favor de una
actuación más activa de la mujer dentro de la sociedad y por consiguiente en el ámbito laboral, familiar,
económico y de salud.
Con esta visión cierta parte de la población ha cambiado su actuar y percepción en relación a la
pertenencia y permanencia de roles, tanto individualmente como familiarmente. Uno de los principales