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La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson

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“¿Qué diablos estás haciendo?” Pregunté.<br />

“Abriendo las puertas del infierno para invocar a los espíritus que una vez vivieron en esta casa,” dijo con la<br />

voz más seria que pudo usar. Trazó un circulo en el polvo del piso con su dedo. Cuando lo completó, un<br />

sonido agudo vino del piso inferior. Nos quedamos completamente quietos, casi sin respirar, y escuchamos<br />

la oscuridad. Nada, excepto por el sonido de mi pulso golpeando en mi cuello incesantemente.<br />

John se colocó en el centro del círculo, y buscó en el libro hasta encontrar el encantamiento apropiado.<br />

Un golpe metálico, mucho mas fuerte que el sonido anterior, sonó desde el piso inferior. Si algo de lo que<br />

habíamos hecho tenía algún tipo de poderes, no estábamos listos para ellos. El alcohol en nuestra sangre<br />

se convirtió en adrenalina y corrimos –escaleras abajo, a través de la ventana y dentro del bosque hasta<br />

que quedamos sin aliento, sudorosos y con la boca seca. El crepúsculo había caído y algunas gotas de<br />

lluvia aterrizaron a nuestro alrededor. Evitamos la tubería, caminando de regreso a casa a través del<br />

bosque tan rápido como pudimos en completo silencio.<br />

Para cuando regresamos a la casa de John, su hermano estaba completamente drogado, vagando por la<br />

casa aturdido y con los ojos rojos. Las drogas habían apaciguado su lado agresivo, casi como si estuviera<br />

sedado, lo cual no era menos escalofriante que cuando era un maniaco. Una gata blanca como la nieve<br />

descansaba en sus brazos, y él estaba acariciándola.<br />

“Esa gata es su guardián,” me dijo John al oído.<br />

“¿Su guardián?”<br />

“Si, es como un demonio que tomó forma de animal para ayudar a mi hermano con su magia.”<br />

Esa gata pura y de apariencia inocente se transformó al instante en una criatura malévola y peligrosa en mi<br />

mente. El hermano de John la puso en el suelo, y tan sólo se quedó ahí sentada con las orejas echadas<br />

hacia atrás, mirándome fijamente con sus brillantes ojos verdes. De repente, me mostró sus dientes y<br />

empezó a sisearme.<br />

“Amigo, esa gata va a matarte,” dijo John en un exitoso intento por asustarme aún más. “Cuando te vayas<br />

a dormir, va a sacarte los ojos y a arrancarte la lengua cuando trates de gritar”<br />

Su hermano nos miró a ambos, luego a la gata, y dijo calmadamente, “vengan, vamos arriba.” Y eso fue<br />

todo: no tuvimos que escabullirnos sin que se diera cuenta ni jugar al detective. Podíamos entrar al cuarto<br />

prohibido: tal vez el hechizo de John para abrir las puertas del infierno había funcionado.<br />

Aunque era nuevo y emocionante para mí, la habitación era exactamente lo que esperarías de un vago<br />

rural con una fascinación por Satanás. Había una luz negra brillando sobre un póster de la muerte<br />

montando a caballo. Media docena de fotos de Ozzy Osbourne y velas rojas por todas partes. En la parte<br />

posterior de la habitación había un pequeño altar tapizado de terciopelo y rodeado de velas encendidas.<br />

Pero sobre este, en vez de un cráneo o un pentagrama o un conejo sacrificado, había un vaso de vidrio de<br />

vidrio lleno de un liquido que parecía orina. La pistola descansaba amenazadoramente sobre una mesa<br />

cerca de la cama.<br />

“¿Quieres fumar?” Preguntó el hermano de John, levantando el cilindro del altar.<br />

“¿Fumar qué?” Pregunté estúpidamente.<br />

“La hierba loca,” me dijo John sonriendo maliciosamente.<br />

“Estoy bien, amigo. Yo ya no fumo eso,” mentí torpemente.<br />

Desafortunadamente, no tenía elección. Pronto me pareció que John y su hermano iban a golpearme si no<br />

fumaba sus drogas.<br />

El hermano de John encendió el bong, que ya estaba llena de hojas cafés hechas polvo, y aspiró<br />

profundamente, llenando el cuarto de un humo dulzón cuando exhaló. Yo tosí y me sofoque con mis<br />

primeras bocanadas, pero pronto lo sentí. Combinado con el Mad Dog 20/20, el Southern Comfort, la

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