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La%20larga%20huida%20del%20infierno%20Marilyn%20Manson

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Con Nancy, aunque no creyera que fuera correcto tomar una vida humana, tampoco creía que fuera<br />

correcto negarme la oportunidad de causar la muerte de alguien, especialmente alguien cuya existencia<br />

significaba tan poco para el mundo y para ella misma. En ese entonces, el tomar la vida de alguien parecía<br />

como una experiencia educativa necesaria, como el perder tu virginidad o el tener un hijo. Empecé a<br />

pensar en diferentes formas en que podría llevar a cabo mi amenaza con el menor riesgo posible para mí.<br />

¿Habría alguien tan desesperado que la matara por cincuenta dólares? ¿O podría hacerlo yo mismo, tal<br />

vez empujándola a un lago y fingir que había sido un accidente? ¿Tal vez podría meterme en su<br />

departamento y envenenar su comida? Esta era la primera vez que consideraba el asesinato seriamente.<br />

No estaba seguro de que hacer. Así que llamé a la única persona que conocía que sabía que era un<br />

experto: Stephen, nuestro tecladista, a quien para ese entonces habíamos comenzado a llamar Pogo, ya<br />

que ni Madonna ni Gacy parecían encajar con su personalidad, y Pogo era el nombre de payaso de John<br />

Wayne Gacy.<br />

Le pregunté a Pogo todo lo que había que saber sobre el asesinato y la disposición de los cadáveres. Yo<br />

no iba a aceptar ninguna otra alternativa. Ella tenía que morir. En mi mente, la convertí en un símbolo, una<br />

representación de todas las personas que habían tratado de poseerme o controlar mi vida, ya fuera a<br />

través del sexo o del cristianismo, y yo quería venganza –compensación- para el chico que habían torcido<br />

y destruido. Pogo y yo nos enfrascamos en esta tarea meticulosamente. Planeamos el asesinato perfecto,<br />

no sólo sin evidencia de que estábamos involucrados sino también sin evidencia de que hubiera existido un<br />

asesinato. La seguimos, vigilamos su casa y descubrimos su rutina antes de llegar a la solución: incendio.<br />

La noche de ese Martes, Pogo y yo nos vestimos completamente de negro (lo cual no era muy diferente de<br />

cómo usualmente nos vestíamos); llenamos una mochila con keroseno, cerillos y trapos; y bebimos algo de<br />

valor en Squeeze. Antes de salir del club, telefoneé a Nancy para asegurarme de que estuviera en casa.<br />

Tan pronto como contestó, colgué. Estábamos en camino.<br />

Ella vivía en un área del pueblo llamada New River, debajo de un puente que albergaba a la mayor parte<br />

de la población indigente de Fort Lauderdale. Cuando Pogo y yo nos acercamos a su casa, un negro<br />

indigente nos persiguió. “¿Hey, que es esto? ¿Halloween?” grito al acercársenos, su fétido aliento señaló<br />

su llegada. Llevaba un gran anillo dorado sobre sus nudillos que decía su nombre, Hollywood., y nos<br />

hablaba de las drogas que vendía. El hecho de que se parecía a Frog, el chico que me golpeó en la pista<br />

de patinaje, tan sólo sirvió para aumentar el odio que sentía en ese momento y se sumó a mi<br />

determinación de matar a esta chica.<br />

Pero Hollywood continuó siguiéndonos, todo el camino hasta la puerta de Nancy. Pogo y yo nos miramos<br />

el uno al otro. No habíamos anticipado la presencia de testigos en esta colonia desierta. La mirada que nos<br />

dimos el uno al otro era un signo de interrogación: ¿Lo matamos también? ¿O abandonamos el plan por<br />

esta noche?<br />

Decidimos dar la vuelta a la manzana y fingir que el edificio de Nancy no era nuestro destino. Pero él<br />

continuaba siguiéndonos y tratando de hacernos comprar crack. De haber sabido, habría aceptado su<br />

oferta.<br />

Cuando nos cercamos a la casa de Nancy por segunda vez, oímos sirenas. Dos carros de bomberos<br />

pasaron, seguidos de una patrulla y una ambulancia. Estábamos tan involucrados que huimos en dirección<br />

contraria, dejando a Hollywood, Nancy y New River vivos e intactos.<br />

Siempre me pregunto si Hollywood era algún tipo de mensajero, un portento de las cosas mejores que<br />

vendrían. Porque después de esa noche, me volví demasiado paranoico para matar a Nancy, demasiado<br />

asustado de ser atrapado y enviado a prisión. Me di cuenta de que le había hablado a demasiada gente<br />

acerca de mi odio por ella, y que aún el mejor plan que Pogo y yo pudiéramos trazar no era lo<br />

suficientemente bueno para protegernos de eventos fortuitos como el que pasara alguna patrulla. Así que<br />

me dispuse a dañar a Nancy en una forma que no pudiera ser involucrado directamente. En cada momento<br />

del día visualizaba su destrucción, su miseria, su desaparición de Fort Lauderdale y de mi vida. Caminé por<br />

las calles envuelto en una nube de odio. Para hacer una maldición, Satanás y el Necronomicón no eran<br />

necesarios; el poder estaba dentro de mí. y la tarde siguiente, después de decirle a Carl (el único amigo<br />

que le quedaba) que ella iba a terminar con él, Nancy desapareció.<br />

En lugar de desquitarse conmigo, Carl comenzó a imitarme. Tal vez esa era su forma de negar el que yo<br />

había dormido con su novia. Teresa me perdonó estúpidamente porque sabía lo loca que estaba Nancy.<br />

Habría sido un final feliz, pero comencé a sentirme incomodo porque Carl y Teresa pasaban mucho tiempo<br />

juntos.

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