Bolívar como héroe trágico - Aníbal Romero
Bolívar como héroe trágico - Aníbal Romero
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<strong>Bolívar</strong> comprendió con clarividencia que “esta inmensa revolución no la<br />
encadena nadie.” 30 Lo paradójico del caso es que <strong>Bolívar</strong> había expuesto en su<br />
Discurso de Angostura una realidad esencial acerca del panorama sociopolítico<br />
de la America española en vísperas de la revolución, cuando indicó que “La<br />
diversidad de origen requiere un pulso infinitamente firme, un tacto infinitamente<br />
delicado para manejar esta sociedad heterogénea cuyo complicado artificio se<br />
disloca, se divide, se disuelve con la más ligera alteración.” 31 Parece obvio que<br />
<strong>Bolívar</strong> no captó esto con la claridad necesaria en 1810-11, cuando él y muchos<br />
otros miembros de la elite venezolana se arrojaron, con gran entusiasmo pero<br />
escasa previsión, al torbellino revolucionario. Esa sociedad heterogénea, que<br />
por trescientos años se había ajustado al delicado mecanismo de una abstracta<br />
y lejana —pero eficaz— legitimidad, centrada en el principio monárquico, ¿no iba<br />
necesariamente a desmembrarse, y de modo en extremo violento, al precipitarse<br />
en lo que el mismo <strong>Bolívar</strong> definió <strong>como</strong> “el caos de la revolución?” 32 “Desde esa<br />
época, decía más tarde <strong>Bolívar</strong>, “los elementos del mal se han desarrollado<br />
visiblemente. Dieciseis años de amontonar combustibles van a dar el<br />
incendio…Yo creo que bien pronto no tendremos más que cenizas de lo que<br />
hemos hecho.” Y concluía su evaluación sobre el destino de su esfuerzo así:<br />
“La esclavitud romperá el yugo; cada color querrá el dominio, y los demás<br />
combatirán hasta le extinción o el triunfo. Los odios apagados entre las<br />
diferentes secciones volverán al galope, <strong>como</strong> todas las cosas violentas y<br />
comprimidas. Cada pensamiento querrá ser soberano, cada mano<br />
empuñar el bastón, cada espada manejada por el primer ambicioso, cada<br />
toga la vestirá el más turbulento. Los gritos de sedición resonarán por<br />
todas partes. El trueno de la destrucción ha dado la señal.” 33<br />
<strong>Bolívar</strong> escribía esas líneas en 1826. Se trataba de una visión tan<br />
descarnada <strong>como</strong> atinada, y los eventos no tardaron mucho en demostrarlo. No<br />
obstante, no era nueva. <strong>Bolívar</strong> se persuadió tempranamente de que la<br />
30 Ibid., 2, p. 704<br />
31 Ibid., 2, p. 1141<br />
32 Ibid., 1, p. 167<br />
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