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Bolívar como héroe trágico - Aníbal Romero

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y el orden sociopolítico plenamente dislocado. La segunda etapa se inaugura en<br />

1815 con la llegada a Venezuela del ejército peninsular de Morillo. Este ejército,<br />

<strong>como</strong> con tino apunta Elena Plaza, “venía a restaurar el orden, y no a cumplir<br />

con las promesas de Boves.” 62 Las llamadas “castas”, en medio de la disolución<br />

social, y habiéndose ya derribado los pilares ancestrales que sostenían el frágil<br />

edificio del sistema colonial, no estaban dispuestas a transformarse en fuerzas<br />

restauradoras del “orden”. Su nueva existencia era la guerra, y el logro más<br />

importante de <strong>Bolívar</strong>, el que hizo posible su triunfo, fue haber canalizado en el<br />

terreno militar parte de esas fuerzas disolventes en función de la causa<br />

patriota. 63 Ese logro sólo se extendió hasta el punto de la victoria militar, de la<br />

emancipación nacional, pero no pudo ser convertido en la creación de un orden<br />

político estable y libre en términos de la posterior existencia interna de los<br />

pueblos independizados.<br />

La guerra, escribe Lynch, “actuó <strong>como</strong> un disolvente social que dividió a<br />

los pardos contra ellos mismos” 64 ; algunos pardos ascendieron al rango de<br />

oficiales en el ejército y otros se hicieron parte de los nuevos sectores sociales<br />

dominantes, resultado de la conmoción bélica, pero las masas pardas siguieron<br />

en el “fondo de la sociedad” después de la independencia. 65 El hecho de que la<br />

“pardocracia” —término que para <strong>Bolívar</strong> significaba tanto el dominio político de<br />

los pardos <strong>como</strong> el imperio de la anarquía— no se diese, por decirlo así, en<br />

“estado puro” después de culminada la guerra, no implica que <strong>Bolívar</strong> no haya<br />

estado convencido, sobre todo a partir de 1819-21, de que una especie de<br />

62 Elena Plaza, La tragedia de una amarga convicción. Historia y política en el pensamiento de<br />

Laureano Vallenilla Lanz (1870-1936), (Caracas: Ediciones de la Facultad de Ciencis Jurídicas y<br />

Políticas, U.C.V., 1996), p. 245<br />

63 O’Leary puso de manifiesto las dificultades de reclutamiento para los patriotas. Los oficiales eran<br />

mayoritariamente blancos de los sectores elevados de la sociedad, y tenían un compromiso más firme con<br />

la causa; en cambio, “Las clases bajas…sufrían a consecuencia de las frecuentes incursiones de los<br />

beligerantes. La victoria o la derrota eran para ellas una misma cosa; cualquiera que fuese el jefe victorioso<br />

estaba seguro de reclutar sus tropas de entre ellas…De este modo se hacía…difícil hallar los reemplazos<br />

necesarios para llenar las bajas de los cuerpos”, citado en Lynch, “Más allá de la revolución…”, pp. 225-<br />

226. Comenta al respecto Lynch que “la guerra actuó <strong>como</strong> un disolvente social que dividió a los pardos<br />

contra ellos mismos, incorporando algunos al cuerpo de oficiales y a los sectores altos y dejando a las<br />

masas pardas al fondo de la sociedad”, ibid., p. 226<br />

64 Lynch, “Más allá de la revolución…”, p. 226<br />

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