Bolívar como héroe trágico - Aníbal Romero
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Libertador impondrá la independencia a una población enemiga…” 2 A partir de<br />
estas retadoras observaciones, no obstante, Parra Pérez no hace explícitas<br />
preguntas que obviamente debieron al menos sugerírsele a un espíritu tan<br />
agudo <strong>como</strong> el suyo: ¿No pagó también el resto de los venezolanos el precio de<br />
la independencia, que fue por cierto muy elevado en ese momento y en sus<br />
proyecciones posteriores? ¿Qué tipo de factores concedían a <strong>Bolívar</strong> una<br />
especial autoridad moral para asumir que él tenía la obligación y el derecho de<br />
pagar ese precio, por él mismo y por los demás? O, dicho en otros términos,<br />
¿qué tipo de motivación impulsaba a <strong>Bolívar</strong>, y le hacía sentirse poseedor de<br />
esa especie de fuero para “imponer” la independencia sobre una población que,<br />
en buena parte y por buen tiempo, no la quería? Son preguntas difíciles, no cabe<br />
duda, pero la afirmación de Parra Pérez las hace ineludibles.<br />
Un prestigioso historiador extranjero, John Lynch, señala que en efecto<br />
“<strong>Bolívar</strong> nunca consiguió un apoyo de masas para la emancipación”, y recuerda<br />
que “la guerra de liberación dejó a Venezuela convertida en una tierra baldía” 3 ;<br />
sin embargo, no extrae de estas apreciaciones interrogantes adicionales que<br />
parecerían hallarse a la espera de mayor profundización. Y un historiador tan<br />
importante <strong>como</strong> Laureano Vallenilla Lanz, de cuya valentía intelectual no<br />
podemos dudar, se sintió exigido a advertir, en la primera página de Cesarismo<br />
democrático, que “Decir que la guerra de la Independencia fue una guerra civil,<br />
no amengua en nada la gloria de nuestros Libertadores.” 4 Uno se pregunta:<br />
¿qué llevó al autor de la tesis según la cual la independencia “fue una guerra<br />
civil”, a colocar esa especie de nota absolutoria en el propio inicio de su texto?<br />
Aparte, por supuesto, de un comprensible temor a la sanción social derivada de<br />
violentar la “pauta reverencial”, ¿no se trataría acaso de una efectiva limitación<br />
en el ánimo del historiador, de una falla de su pulso crítico, enfrentado a un<br />
2<br />
Caracciolo Parra Pérez, Historia de la Primera República de Venezuela (Caracas; Biblioteca<br />
Ayacucho, 1992), p. 534. También Angel Bernardo Viso señala que la nuestra es “una patria impuesta por<br />
la fuerza.” Véase su obra, Memorias marginales (Caracas: Monte Avila editores, 1991), p. 29<br />
3<br />
John Lynch, Las revoluciones hispanoamericanas, 1808-1826 (Barcelona: Editorial Ariel, 1998), pp.<br />
198, 214-216<br />
3