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Bolívar como héroe trágico - Aníbal Romero

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adelante a pesar de su aguda conciencia, que se hacía más intensa a medida<br />

que corría el tiempo, acerca del fatal desenlace que aguardaba sus esfuerzos.<br />

Desde esta perspectiva —la del choque entre sus expectativas y la<br />

“fuerza de las cosas”, entre su ánimo creador y su conciencia de que el material<br />

sociopolítico con que actuaba no podía alcanzar las cimas de orden y civilización<br />

a que aspiraba, entre su ambición y su lucidez—, desde esa perspectiva, repito,<br />

<strong>Bolívar</strong> se nos presenta <strong>como</strong> un verdadero “<strong>héroe</strong> <strong>trágico</strong>”. Ahora bien, en la<br />

tragedia griega clásica los <strong>héroe</strong>s se encuentran sujetos a un destino que casi<br />

les avasalla; el <strong>héroe</strong> <strong>trágico</strong> “no ve, ya que se halla lo más alejado posible del<br />

conocimiento <strong>trágico</strong>…es lo opuesto a lo que corrientemente se llama conciencia<br />

trágica. Concentrado en su objetivo, se esfuerza en olvidar su propia historia, en<br />

negar su destino.” 150 No se trata de que en la tragedia clásica la catástrofe sea<br />

inevitable, no importa lo que el <strong>héroe</strong> haga o deje de hacer 151 ; más bien, los<br />

desastres que pueden ser evitados constituyen buena parte del drama<br />

clásico. 152 El tema del hombre cegado y conducido a su perdición por los dioses<br />

tiene su contrapartida en la idea de hubris o “pecado de soberbia”: En realidad,<br />

son los hombres, con su desmedido orgullo, los que se ciegan a sí mismos.<br />

Parece claro, no obstante, que los <strong>héroe</strong>s de la tragedia clásica carecen de esa<br />

aptitud autoreflexiva que es característica de lo moderno. Dice Steiner que la<br />

conciencia de sí mismo y la subjetividad reflexiva son precisamente los rasgos<br />

definitorios del <strong>héroe</strong> moderno; en la tragedia antigua el <strong>héroe</strong> sufre su fatal<br />

destino, en tanto que en el drama moderno el <strong>héroe</strong> se yergue y sucumbe<br />

enteramente por obra de sus propios actos, y no mediante la intervención<br />

insuperable de los dioses. 153<br />

sobre teoría social (Buenos Aires: Amorrortu, 1974), p. 23. Esta observación debe tenerse muy presente a<br />

la hora de comprender a <strong>Bolívar</strong>.<br />

150<br />

Jean-Marie Domenach, El retorno de lo <strong>trágico</strong> (Barcelona: Ediciones Península, 1969), pp. 21, 33<br />

151<br />

Tal vez la única excepción sea Edipo Rey de Sófocles.<br />

152<br />

Esto lo señala Walter Kaufmann, Tragedy and Philosophy (Princeton: Princeton University Press,<br />

1992), p. 313<br />

153<br />

George Steiner, Antígonas (Barcelona: Editorial Gedisa, 2000), pp. 71-72<br />

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