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AHORCADO

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Me embarqué pues, y al cabo de otros seis meses de<br />

penosanavegación,—pues di la gran vuelta de África, en vez de<br />

pasar por elmar Rojo y Suez,—llegué en fin a Londres.<br />

Durante muchos meses, mi única ocupación fue vagar por los<br />

parques, porlos squares y por los alrededores del palacio<br />

Pembleton.<br />

Algunas veces tenía la dicha de verte cuando te sacaba a<br />

pasear algúnlacayo.<br />

Aquí sir Evandale interrumpió bruscamente a Nizam.<br />

—¡Esperad! exclamó.<br />

—¿Qué? preguntó Nizam.<br />

—Un recuerdo de mi niñez que asalta mi imaginación en este<br />

momento.<br />

—Veamos, dijo el supuesto Indio sonriéndose.<br />

—Tendría yo a la sazón cuatro o cinco años, prosiguió sir<br />

Evandale, yme acuerdo que me habían llevado, una hermosa<br />

tarde de invierno, aHyde-Parc, al margen de la Serpentina cuya<br />

superficie estaba helada.<br />

Muchos niños de mi edad jugaban allí, y algunos se divertían<br />

endeslizarse por el hielo... y me parece ver aún un rough de<br />

color atezadoque permanecía a distancia, y nos miraba jugar.<br />

—Era yo, dijo sencillamente Nizam.<br />

—¡Oh! sí, erais vos, prosiguió sir Evandale, os reconozco en<br />

vuestramirada.<br />

—Era a ti a quien yo contemplaba.

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