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AHORCADO

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Pero los negros llegan en multitud tan crecida, que a veces se<br />

cuentanpor miles.<br />

Y si la hacienda se encuentra aislada, lejos de toda habitación,<br />

y nollegan prontos socorros, el colono está perdido.<br />

Los negros le harán a veces gracia de la vida, pero pegarán<br />

fuego a suhabitación y dependencias, arrasarán los árboles, y<br />

matarán todo elganado que no puedan llevarse.<br />

Entonces el desgraciado colono tendrá que empezar a construir<br />

de nuevoel edificio de su precaria fortuna.<br />

La tierra, en Australia, no tiene valor sino por los brazos que<br />

lacultivan y los rebaños que pastan su yerba salada.<br />

Una vez dispersos los cultivadores y ganaderos, el colono<br />

queda reducidoa la indigencia.<br />

Tales desgracias son harto frecuentes hacia el interior, y<br />

Walter Bruceno debía verse libre de ella.<br />

Y sin embargo, siempre había vivido en buena inteligencia con<br />

los negroscimarrones.<br />

Cuando rondaban alrededor de su hacienda, solía enviarles<br />

pan, carne yaguardiente; y los negros respetaban sus ganados, y<br />

hasta le llamaban elbuen blanco.<br />

Pero una aventura amorosa vino a destruir en un momento<br />

todas estasbuenas disposiciones.<br />

Sucedió, pues, que el jefe de una de las hordas más temibles<br />

de esosbandidos, llamado Kukuren, se enamoró de una joven<br />

mulata que servíacomo criada en la hacienda.

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