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AHORCADO

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Así no es de extrañar que Betzy se retirase con frecuencia<br />

después delas doce, a su humilde morada de Adam street.<br />

Muchas veces también, al pasar a hora desusada por delante<br />

deRothnite-Church, le había parecido ver agitarse algunas<br />

sombras en elcementerio que rodea la capilla.<br />

Betzy no era supersticiosa, y no creía en fantasmas ni<br />

aparecidos: porlo tanto adivinó desde luego que, si había algún<br />

misterio, no erasobrenatural, y que las sombras que allí se<br />

deslizaban entre las tumbas,no eran duendes ni trasgos, ni almas<br />

en pena saliendo de sus sepulcros.<br />

Aquellos espíritus errantes eran pues hombres de carne y<br />

hueso,—yhombres que llevaban un objeto misterioso al<br />

introducirse furtivamenteen el cementerio.<br />

Una noche Betzy se había acostado al pie de la verja, y<br />

habíapermanecido allí silenciosa e inmóvil.<br />

La noche era oscura y la niebla muy espesa.<br />

Dos hombres pasaron a su lado sin verla.<br />

Aquellos dos hombres iban hablando en voz baja, pero Betzy<br />

oyó parte desu conversación.<br />

—¿Crees no haberte engañado de sepultura? decía uno de<br />

ellos.<br />

—No, no, respondió el otro.<br />

—Es que, la verdad, replicó el primero, no sería justo el que<br />

nuestroheroico amigo, que durante toda su vida fue un<br />

verdadero y fervientecatólico, se quedase reposando por más<br />

tiempo en una tumba protestante,entre condenados y herejes.

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