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AHORCADO

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tal que conmovía a todoel mundo, y todos los esfuerzos que<br />

hicieran para hacerle tomar algúnalimento habían sido inútiles.<br />

Sir Archibaldo le había estrechado muchas veces la mano, y<br />

miss Annahabía llegado al punto de echarse en sus brazos<br />

llamándole «mi queridohermano.»<br />

Hacia la caída de la tarde, lord William pareció por un<br />

momento salir desu torpor, y pronunció algunas palabras que<br />

hicieron creer volvía a larazón.<br />

Miss Anna sintió renacer en su corazón la esperanza; pero sir<br />

Evandalearrugó más de una vez el entrecejo.<br />

Su ansiedad era terrible, pues no sabía, si lord William<br />

recobraba larazón, cómo podría Nizam cumplir su promesa.<br />

En fin, después de la comida, a la que apenas tocaron el joven<br />

Evandaley sus huéspedes; estos, es decir, sir Archibaldo y su<br />

hija, seinstalaron de nuevo en el dormitorio de lord William para<br />

pasar lanoche.<br />

Poco después, sir Evandale vino a reunirse con ellos.<br />

El joven traía su candelero en la mano, y lo puso sin afectación<br />

sobrela repisa de la chimenea.<br />

Apenas había pasado una hora, cuando sir Evandale empezó a<br />

adivinar losproyectos de Nizam.<br />

Un olor extraño y de una fetidez bastante pronunciada se había<br />

esparcidopor el cuarto.<br />

¿Era acaso lord William quien exhalaba aquel olor fétido, y<br />

vivo, aún,entraba ya en descomposición cadavérica?

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