LA MÚSICA - Fraternidad Rosacruz Max Heindel de Madrid
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tanto, el elemento dominante relacionado con la raza Lemuriana y un<br />
factor principal en sus creencias y ceremonias iniciáticas. La habilidad para<br />
caminar sobre carbones encendidos y para sostener bolas <strong>de</strong> fuego en las<br />
manos es un recuerdo fragmentario <strong>de</strong> los antiguos días aún retenido por<br />
algunos pueblos primitivos.<br />
La música que acompañaba a los Ceremoniales <strong>de</strong> Fuego Lemurianos era<br />
salvaje y misteriosa, pues armonizaba con el ritmo <strong>de</strong> las flamas saltarinas.<br />
En esta música tuvo su progenie el jazz, tan popular en el mundo <strong>de</strong> hoy. El<br />
cuerpo <strong>de</strong> <strong>de</strong>seos <strong>de</strong>l Lemuriano necesitaba un reanimador así los<br />
Gran<strong>de</strong>s usaban esta peculiar música rítmica para estimular su actividad.<br />
En el curso <strong>de</strong> los años esta fuerza <strong>de</strong> fuego interno <strong>de</strong>spertada condujo a<br />
prácticas mal dirigidas que reaccionaron en las correspondientes fuerzas<br />
<strong>de</strong> fuego planetarias, resultando en la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l continente<br />
Lemuriano por la acción volcánica.<br />
Los seres humanos que habitaron la antigua Lemuria tenían muy poca<br />
semejanza con los <strong>de</strong> nuestro tiempo. Durante la primera parte <strong>de</strong> esa<br />
época, lejana por muchos millones <strong>de</strong> años, su forma corpórea fue<br />
meramente embrionaria. En un largo espacio evolutivo pasó a través <strong>de</strong><br />
sucesivas transformaciones hasta que, en la remota Lemuria, hubo asumido<br />
una forma algo similar a su presente entorno, aunque su textura era muy<br />
diferente. Antes que con<strong>de</strong>nsara en substancia física los vehículos <strong>de</strong> esta<br />
primera humanidad eran más bien tenues y plásticos. Podrían, <strong>de</strong> hecho,<br />
ser consi<strong>de</strong>rados como casi una forma <strong>de</strong> sombra.<br />
Por consiguiente, el cuerpo todavía no se había <strong>de</strong>sarrollado hasta el<br />
punto don<strong>de</strong> el ego pudiese llegar a habitarlo. Estaba sólo<br />
magnéticamente unido a su cuerpo y se hallaba, por lo tanto, en un<br />
estado libre que le permitía ir y venir a voluntad. La mente como hoy la<br />
conocemos aún no existía. La humanidad infante – y era realmente infantil<br />
– estaba bajo la dirección <strong>de</strong> las Jerarquías superiores, Seres espirituales a<br />
quienes solemos llamar dioses.<br />
No obstante, los primitivos Lemurianos vivían en estrecha armonía con la<br />
naturaleza. Su vida estaba íntimamente entretejida con, y en efecto era<br />
una parte integral <strong>de</strong> las mismas fuerzas <strong>de</strong> la naturaleza. Su vista interna<br />
estaba abierta a las muchísimas activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las criaturas invisibles (para<br />
nosotros) que conforman el lado vital <strong>de</strong> la naturaleza en su totalidad,<br />
mientras su oído interno registraba las sublimes armonías con las cuales la<br />
naturaleza se mueve, y en y a través <strong>de</strong> las cuales lleva a cabo sus<br />
múltiples operaciones. A<strong>de</strong>más, fue según las leyes que yacen ocultas bajo<br />
la naturaleza que sus cuerpos originales se formaron, <strong>de</strong>sarrollaron y<br />
sustentaron.<br />
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