VE-05 SEPTIEMBRE 2014
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formaban en las orillas mientras pensaba hacia dónde se dirigiría su<br />
cuerpo después de.<br />
Un coche atravesó el puente con cierto estruendo. El suicida giró la<br />
cabeza. Miró por última vez el perfil de la ciudad, casi absorbido por la<br />
niebla, el puente y entonces, la vio.<br />
Era una mujer de melena rojiza que en ese mismo instante se<br />
estaba encaramando sobre el pretil del puente.<br />
El suicida se quedó sorprendido (y la muerte también) porque no<br />
esperaba ver a nadie en el puente y menos aún a una mujer, y mucho<br />
menos a una mujer que intentara hacer lo mismo que él pretendía. En<br />
un minuto que duró una eternidad la observó con incredulidad mientras<br />
ella se ponía de pie sobre el pretil, alzaba los brazos hacia los costados e<br />
inclinaba la cabeza hacia atrás. Como en un crucifijo. Con la perfección<br />
que un gimnasta realiza un cristo.<br />
Y entonces, un acto reflejo le impulsó a cruzar corriendo hacia el<br />
otro lado del puente. ¡Qué hace, gritó, qué hace, baje de ahí. ¿No ve que<br />
se va a matar?<br />
Elena Casero (Valencia)<br />
http://elenacasero.blogspot.com.es/<br />
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