LA CUESTIÃN BAHÃ'Ã - Baha'i International Community
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precisos, hay que señalar que los miembros de la Comunidad Bahá’í han<br />
obedecido todas las leyes o disposiciones gubernamentales, incluyendo<br />
la que dictaba la disolución forzosa de todas las instituciones administrativas<br />
bahá’ís.<br />
Los principios bahá’ís requieren asimismo la no interferencia en<br />
forma alguna en política de partidos. De conformidad con este principio,<br />
durante el régimen Pahlavi, los bahá’ís tenían vedado el acceso a responsabilidades<br />
ministeriales o a puestos de similar importancia política.<br />
Tampoco colaboraron con la SAVAK. Al contrario, el régimen Pahlavi<br />
tuvo en la SAVAK uno de los principales resortes con que practicar la<br />
persecución sistemática de los bahá’ís. Sencillamente: para un bahá’í la<br />
idea de colaborar con la SAVAK habría sido inconcebible.<br />
El Gobierno iraní ha alegado que algunos oficiales de la SAVAK eran<br />
bahá’ís. Dichas alegaciones son completamente falsas y están destinadas<br />
a encubrir el carácter religioso de las persecuciones.<br />
En efecto, la naturaleza no política del caso bahá’í quedó signifi -<br />
cativamente respaldada por el informe de 1996 redactado por el Relator<br />
Especial de Naciones Unidas sobre Intolerancia Religiosa. El<br />
profesor Abdelfattah Amor, de Túnez, escribía: “En relación con los<br />
bahá’ís, el Relator Especial confía en que se establezca una clara distinción<br />
entre las cuestiones de creencia y las de naturaleza política. En<br />
este sentido, no debería asumirse que la comunidad entera se ha politizado<br />
o está dedicada a labores políticas o de espionaje. Al considerar<br />
los principios religiosos de la comunidad bahá’í, el Relator Especial<br />
cree que no debería haber ningún control que, mediante prohibiciones,<br />
restricciones o discriminación, ponga en peligro el derecho a la<br />
libertad de culto o el derecho a manifestar las creencias personales”.<br />
(continúa en la p. 64)<br />
todas las propiedades de la Comunidad Bahá’í pasaron<br />
arbitrariamente a manos del Estado. El Gobierno confiscó<br />
igualmente todas las instituciones de beneficencia<br />
bahá’ís, cuyos servicios se extendían por igual a personas<br />
de todos los credos.<br />
Entre las medidas que el Gobierno tomó subsiguientemente<br />
se encuentran la profanación, y en muchos casos<br />
destrucción, de numerosos lugares santos para los bahá’ís.<br />
Como ya se ha visto, tales propiedades incluyen el San-<br />
CAPÍTULO IV: “Matar a los bahá’ís es una buena obra...” | 63