3El sexo de las personasy El <strong>lenguaje</strong>Un lastre d<strong>el</strong> patriarcadoComo en otras muchas áreas de la vida, la identidad, los valores, la comunicaciónse han construido desde <strong>el</strong> patriarcado a partir d<strong>el</strong> sexo de las personas.El <strong>lenguaje</strong>, la forma de comunicación entre mujeres y hombres, <strong>no</strong> está exento deesta forma de construcción y ha sido <strong>el</strong>aborado, <strong>no</strong> sólo como dice Simone de Beauvoir,a partir de los intereses de los hombres si<strong>no</strong> que está cargado de una claraintencionalidad por remarcar <strong>el</strong> carácter negativo d<strong>el</strong> sexo femeni<strong>no</strong> y supervalorar<strong>el</strong> sexo masculi<strong>no</strong>. Así, <strong>no</strong>s encontramos con que muchas de las palabras que usamoscambian radicalmente su significado según de quien se esté hablando.Por ejemplo:Hombre público — ”<strong>el</strong> que interviene públicamente en los negocios políticos”Mujer pública — ”ramera”.Gobernanta — ”ama de llaves”Gobernante — ”persona que dirige un país”Aclarar los falsos argumentos o las falsas afirmaciones que se utilizan sobre laconfusión que hay entre género gramatical y sexo de las personas es fundamental<strong>para</strong> <strong>no</strong> seguir ocultando y subordinando a las mujeres.25
M A N U A L P A R A E L U S O N O S E X I S T A D E L L E N G U A J EMás allá de si estos argumentos se dan de forma involuntaria o intencionalmente,la verdad es que son tópicos que mantienen, sin justificación alguna, invisibilizadasa las mujeres, pues ocultan la realidad y reproducen la subordinación frente a loshombres. Es en este sentido que hablamos de sexismo en <strong>el</strong> <strong>lenguaje</strong>. El <strong>uso</strong> de un<strong>lenguaje</strong> <strong>sexista</strong>, reproductor de la asignación de valores y capacidades o roles diferentesa hombres y mujeres en función de su sexo, desvaloriza las actividades femeninasrespecto a las masculinas en r<strong>el</strong>ación con lo que está bien o mal; expresado <strong>el</strong>loen cualquier palabra.Otro ejemplo:Mundana — Ramera, puta, prostituta, meretrizMunda<strong>no</strong> — Frívolo, fútil, <strong>el</strong>egante, cosmopolita, co<strong>no</strong>cedor, experimentadoEs interesante observar cómo en estos casos <strong>no</strong> se usa la definición de la palabra enmasculi<strong>no</strong> <strong>para</strong> todas las personas, y por <strong>el</strong> contrario, se hace una clara y detalladalista diferenciada <strong>para</strong> hombres y otra <strong>para</strong> mujeres.Y es también curioso ver cómo a quienes han escrito <strong>el</strong> diccionario <strong>no</strong> les resultareiterativo poner 5, 10 o 20 adjetivos <strong>para</strong> que quede claro lo que corresponde ahombres y lo que se le adjudica a las mujeres.Podía la Real Academia haber escrito:Munda<strong>no</strong>/a: persona que se prostituye, fútil, <strong>el</strong>egante, meretriz.Pero <strong>no</strong>, en estos casos <strong>el</strong> femeni<strong>no</strong> <strong>no</strong> se forma sólo cambiando la “o” por la “a”puesto que <strong>no</strong> se quiere definir munda<strong>no</strong> como hombre que se prostituye. Para quieneshan hecho los diccionarios, los hombres <strong>no</strong> se prostituyen y por lo tanto <strong>el</strong> significadode la palabra cambia sustancialmente.Por curiosidad, busquen en <strong>el</strong> diccionario la palabra prostituta y compárenla conprostituto.Es obvio que los diccionarios, es decir, quienes hacen los diccionarios, <strong>no</strong> sólo recopilanpalabras. Les ponen significado a esas palabras y con <strong>el</strong>lo las personas aprendemosuna realidad.26