VE-16 SEPTIEMBRE 2015
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ofrezco una vida eterna de riquezas y gloria. Todos temerán vuestro<br />
nombres y todos se doblegarán ante vuestras espadas –dos de<br />
aquellos seres apoyaron las puntas de sus espadas sobre sus pechos–.<br />
Elegid la muerte y todo habrá acabado.<br />
A su lado, Owen se lanzó contra la espada sin dudarlo un<br />
instante. Su cuerpo cayó como un fardo, sin un solo ruido, sin un<br />
último suspiro de vida.<br />
—La vida eterna. La gloria —murmuró Kevan—. Es demasiado<br />
bueno para no aceptarlo.<br />
—Entonces morirás para luego renacer.<br />
La espada se apartó y Kevan se puso en pie con orgullo,<br />
levantando la barbilla. Era lo que siempre había querido. No había<br />
tomado esposa ni quería hijos. Lo único que deseaba, desde que era<br />
niño, eran grandiosas batallas por las que su nombre resonase a<br />
través de los tiempos. La vida eterna. La gloria. El Ejército de los<br />
Muertos le ofrecía todo aquello sin pedir a cambio nada más que su<br />
vida. Era un buen trato.<br />
Aquellos seres le rodearon con sus espadas, apretando las<br />
puntas contra su cuerpo. Aquel que había hablado, apoyó la suya<br />
sobre la zona blanda de su garganta.<br />
—¿Preparado para morir?<br />
—¿Por la vida eterna? —preguntó Kevan con ironía sonriendo<br />
de medio lado. Abrió los brazos y llenó los pulmones de aire echando<br />
la cabeza para atrás.<br />
—Por todos los demonios, Akor, este bastardo es igual que tú<br />
—respondió el ser riendo.<br />
Todos los demás rieron a carcajadas mientras bajaban las<br />
espadas. Uno a uno, se fueron quitando la máscara.<br />
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