VE-16 SEPTIEMBRE 2015

Pasó media hora, y la chica sacó un libro gastado y se puso a
leer. Pasó una hora y sacó su móvil, hizo una llamada, pero al parecer
no contestaron. Al rato volvió a intentarlo. Sin resultado. Su mirada
había perdido ese brillo especial, sus labios estaban pegados el uno
al otro en una línea recta.
Estaba anocheciendo y el tránsito de viandantes era menos
denso. El cielo se pintaba de tonos violeta, la brisa de aire fresco
anunciaba el final del bochornoso día. La chica guardó el libro y
volvió a sacar el sobre. Se colocó su mochila y con gesto desganado se
dirigió a una papelera, hizo la carta pedazos y la echó en su interior.
Luego se dirigió a una taquilla y compró un billete. Al cabo de diez
minutos la vi subirse a un autobús que arrancó al momento. Era
tarde así que decidí irme yo también, aunque lo hice con desgana.
Cuando me dirigía a la salida de la estación, un muchacho
acalorado, a juzgar por sus mejillas enrojecidas, se acercaba
corriendo hacia el andén 23. Echó un rápido vistazo a la estación. Le
oí preguntar a una señora si había visto a una chica con el pelo corto
y de varios colores. La mujer negó con un gesto de cabeza. ¡Mierda! y
encima he perdido el móvil–masculló al tiempo que se alejaba con las
manos en los bolsillos, la cabeza gacha y los pasos cansados.
Decidí irme a casa, volver a llamarte y empeñarme en un destino
escurridizo que se me escapa de las manos.
Concha García Ros (Cartagena, Murcia)
http://nosvemosenkairos.blogspot.com.es/
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