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Revista Mansaborá 25 del IES Profesor Hernández-Pacheco de Cáceres

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ANTONIO COLINAS. POETA.<br />

PREMIO NACIONAL DE LITERATURA.<br />

Antonio Colinas con el siguiente texto ganó el VIII Premio<br />

Internacional de Periodismo Ciudad de Cáceres Fundación<br />

Mercedes Calles y Carlos Ballestero. Este galardón reconoce<br />

su importante y dilatada dedicación que ha prestado al<br />

periodismo.<br />

A lo largo de su trayectoria literaria, Antonio Colinas ha tenido<br />

una muy especial relación con Cáceres, entre otros con tres<br />

testimonios escritos: el monográfico de estudios que se le<br />

dedicó a su obra (El viaje hacia el centro. La poesía de Antonio<br />

Colinas), la antología poética Nueva ofrenda, y la edición de<br />

Sepulcro en Tarquinia, obra iluminada por el artista cacereño<br />

Javier Alcaíns.<br />

Gracias sinceras, Antonio, por tu especial colaboración.<br />

UNA ESTACIÓN, UNA CIUDAD, UN DESTINO.<br />

El tiempo avanza, los años transcurren, pero quedan entre nosotros una serie de<br />

vivencias –de símbolos– que son a la vez los iniciales y los iniciáticos de nuestras vidas. Me<br />

refiero a esos recuerdos primerísimos, muy llanos y tiernos, pero que dejaron una marca, a<br />

la vez de realidad y de ensueño en nuestras miradas. Así sucedía con aquel paseo que, cada<br />

día, después de comer, daba con nuestro padre hasta la estación del ferrocarril y hasta el<br />

jardinillo que estaba su lado. Íbamos a pasear, sí, pero sobre todo a ver el tren que llegaba<br />

traqueteante y vomitando humo y carbonilla. Había ese momento prodigioso de la llegada,<br />

pero había otro que a mi siempre me intrigaba. Cuando partía ¿a dónde se dirigía el tren y<br />

sus gentes, dónde acababa aquel perderse por la infinitud de la vía? Mi padre siempre<br />

respondía va hacia Extremadura: hacia Cáceres. Y esta última palabra quedó en mi memoria<br />

no como expresión de una ciudad o de un lugar concretos: sino de lo misterioso, de lo que<br />

está más allá, de cuanto desconocemos en la vida, que todavía hoy es mucho.<br />

Cáceres era pues un símbolo y, como María Zambrano escribió”, “los símbolos<br />

desvelan los misterios”. Los símbolos –digo yo– también sanan y salvan.<br />

I.E.S. “Profesor Hernández-Pacheco”. Año 2016

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