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Conviene recordar aquí, no obstante, que Mansaborá es una publicación escolar
anual íntegramente editada en el centro, esto es, su diseño y maquetación, así como la
elección de su portada y contraportada resuelta por concurso entre los alumnos, responden
a fines meramente educativos y, por lo tanto, se imprime mayoritariamente en blanco y
negro y en papel reciclado. Como, además, pretende ser un resumen de la vida académica
del “Hernández-Pacheco” recibe aportaciones de todos los colectivos que integran la
comunidad educativa y, en muchos casos, de antiguos alumnos y antiguos profesores. Si
usted se asoma a esta edición, podrá comprobarlo inmediatamente. Este carácter de
Mansaborá la convierte en un vehículo accesible para los que hacen de la escritura un medio
importante a la hora de encauzar sus inquietudes y sus menudeos literarios, y da respuesta,
con pretendido orgullo, a esa filosofía que consiste en ofrecer a los alumnos una actividad
para que desarrollen sus veleidades creativas y artísticas.
Si afirmamos que la vida del centro se ha desarrollado de manera paralela a la de
Mansaborá, no faltaríamos a la verdad. En cierto modo, han funcionado como vasos
comunicantes, capaces de corregir desequilibrios y errores. El IES “Hernández-Pacheco”
recorre un camino que le viene impuesto por sus características, por las enormes
posibilidades de sus alumnos, tan especiales, tan capaces. Sería absurdo e incluso
reprochable no aprovechar ese potencial por pudor, o por los prejuicios gremiales tan
desafortunadamente extendidos entre los docentes de la enseñanza pública. De la misma
manera, debemos reconocer aquí el trabajo impecable del claustro que, año tras año, curso
tras curso, y con una numerosa renovación de la plantilla, persiste en su empeño de enseñar
educando, de educar enseñando, y aparta sin miramientos la idea equivocada de que las
jubilaciones pudieran suponer el principio de una decadencia inexorable: nadie es
imprescindible.
Finalmente, estimado lector, me despido deseándole mucha salud y que disfrute con
este número 25 de Mansaborá. Y aprovecho la ocasión para dejarle esta reflexión tan
acertada, tan fina, de Dª María de Maeztu, no por casualidad pedagoga a la vez que
humanista.
“La finalidad esencial de la labor educativa consiste en que el educador logre introducir en el
espíritu del niño las normas de una conducta moral. No se nos pide hoy niños sabios, pero se nos pedirá
mañana hombres buenos”.
I.E.S. “Profesor Hernández-Pacheco”. Año 2016