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Revista Mansaborá 25 del IES Profesor Hernández-Pacheco de Cáceres
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más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros”, o<br />
sea, la batalla de Lepanto, o lo que es lo mismo, la Liga Santa (España, Venecia y el papa)<br />
contra el turco. Los tres arcabuzazos recibidos, dos en el pecho y uno en el brazo, no le<br />
amputaron la mano pero se quedó agarrotada para siempre. El manco de Lepanto. Recuperado<br />
de sus heridas, decide regresar a España desde Nápoles, para buscar un oficio que le permita<br />
medrar, y por eso lleva cartas de Juan de Austria y del duque de Sesa. Y esas cartas fueron<br />
su suerte y su ruina. Viaja en la galera Sol. Posiblemente a la altura de Palamós es apresado<br />
Miguel de Cervantes, y también su hermano Rodrigo, que viaja en otra. Es la tercera semana<br />
de 1577. Comienzan Los baños de Argel, que baño significa en árabe significa cárcel. Cinco<br />
años preso, él exagera y dice que cinco y medio. Allí lee mucha poesía y escribe alguna. Cuatro<br />
intentos de fuga: por tierra hacia Orán, el primero. Pero nunca le pasa nada. Las cartas que lleva<br />
le hacen ser un preso querido, que le librarán de remar en galeras, pero harán que su rescate<br />
sea más caro que el de ningún otro preso. Y alguna insinuación nunca comprobada. En<br />
noviembre de 1580 ya está en Denia. Cinco años de soldado y cinco de cautivo. Ya tiene treinta<br />
y tres años. Pero Valencia le permitirá entrar en contacto con el nuevo teatro que allí se hace,<br />
con Timoneda y Cristóbal de Virués. Pero cuando llega a Madrid el rey Felipe II está camino<br />
de Lisboa para su anexión. Y allá va Cervantes también. Y allí consigue que el rey le encomiende<br />
una tarea de espionaje. Ya en Madrid escribe y escribe y escribe. La Numancia, La conquista<br />
de Jerusalén, Los tratos de Argel y, sobre todo, La Galatea, que no es sólo un libro de<br />
bucólicas historias, sino también de vivida experiencia. El libro está para publicarse en 1584,<br />
pero no lo veremos en la librería de Robles hasta el año siguiente, y además está estrenando<br />
algo de su teatro. Y se junta con los hombres más conocidos de la época. Empieza a ser<br />
reconocido, y está en las cercanías de la corte de Antonio Colonna. Ese mismo año nace su<br />
hija Isabel. Y en Esquivias, Toledo, conoce a Catalina de Salazar, que luego será su mujer,<br />
cuya familia está enfrentada a la otra importante de la localidad: los Quijada, con un<br />
antepasado, Alonso Quijada, que murió hace setenta años loco de leer libros de caballerías y<br />
creyéndose caballero andante. Después se dedicará a recaudar impuestos para la Armada que<br />
quiso ser invencible por los pueblos de Andalucía. Y luego ser el cobrador del frac de la época,<br />
cobrando impuestos atrasados en el reino de Granada. Y por cobros mal hechos o mal justificados<br />
pasa unos meses en la cárcel entre 1597 y 1598. En los veinte años que siguieron a la impresión<br />
de La Galatea (1585), Cervantes sólo publicó el romance de Los celos y unos cuantos sonetos<br />
laudatorios. Entonces solamente le interesaba el teatro. Presumía de que algunas de sus obras<br />
como Los tratos de Argel, La destrucción de Numancia y La batalla naval o La confusa<br />
se estrenaran “sin que se le ofreciese ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza”. Y que<br />
“corrieron su carrera sin silbos, ni gritos ni barahundas”.Mientras, comía de recaudar impuestos<br />
para la Armada Invencible o para la hacienda real. Llegó en 1590 solicitar al rey un oficio real<br />
en Indias. Pero se le respondió “Busque por acá en qué se le haga merced”. Tuvo que seguir<br />
embargando bienes por los pueblos andaluces, y llegó a ser excomulgado por esquilmar el trigo<br />
de unos canónigos de Écija. Estuvo preso en Castro del Río, y varios meses estuvo también<br />
preso en la cárcel de Sevilla. Allí imaginó su novela: Bien como quien se engendró en una cárcel,<br />
“donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación” Alonso<br />
Fernández de Avellaneda, el autor de el otro Quijote, nos lo recuerda con malicia en su<br />
malintencionado prólogo: Disculpan los hierros de su primera parte, en esta materia, el haberse<br />
escrito entre los de una cárcel; y así no pudo dejar de salir tiznado dellos ni salir menos que<br />
quejosa, murmuradora, impaciente y colérica, cual lo están los encarcelados. Después anduvo<br />
entre Madrid, Esquivias y Valladolid. Dio fin al Quijote y cuando hubieron de iniciarse sus<br />
desavenencias con Félix Lope de Vega y Carpio. Cervantes había tenido hasta entonces con<br />
él una muy buena relación, y había escrito un soneto encomiástico en los preliminares de La<br />
Dragontea, y Lope se lo devolviera en La Arcadia. Pero en 1604 Lope suelta veneno en una<br />
carta: “De poetas, no digo: buen siglo es este. Muchos están en cierne para el año que viene,<br />
I.E.S. “Profesor Hernández-Pacheco”. Año 2016