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El poeta y ensayista Martín Rodríguez-Gaona escribe de Jaime Siles que es una voz
potente y definida, y que su obra es compleja, cambiante, plena de diversos registros, pero
manteniéndose fiel a su continuidad, articulándose en bloques que han ido sucediéndose.
El mismo Siles nos lo desvela y revela: “Un poeta –por definido y claro que tenga su
pensamiento poético, y eso, ‘pensamiento poético’, es lo que entiendo por ‘poética’- no
puede ni debe abstenerse de evolucionar. Mi pensamiento poético –si así puede llamárselenunca
ha dejado de hacerlo: sería imposible que una obra no tuviera su propia evolución
natural, sujeta a todos los avatares individuales o históricos”.
Son casi cincuenta años de fructífera creación, procurando siempre la precisión formal,
estructural y semántica. La meditación profunda sobre la poesía y la palabra misma, el
origen de la vida, la búsqueda metafísica de la identidad del ser humano, la fugacidad del
tiempo, el dolor existencial, los deseos exaltados, el vacío, la melancolía, la transcendencia,
la Realidad… constituyen y construyen el universo temático silesiano, visualizado por la
fonación y manifestado por la acústica. “Es una poesía de lo audible más que de los visible”,
en sus propias palabras. Innegable es la contribución de la sonoridad de la palabra. Se nos
presenta el poema como revelación (fusión entre percepción y elaboración) sin renunciar a
la representación de la realidad, a la intensidad de lo vivido/reflexionado, a la esencialidad
simbólica. Eugenio Fuentes, con ocasión de comentar el soneto “Variación barroca sobre un
tema de Lucrecio”, resume y sintetiza más que acertadamente lo anteriormente señalado:
“Jaime Siles, con una espléndida mezcla, nunca fácil, de emoción y meditación, consigue
conectar con lo inmortal del ser humano”.
En Siles conviven felizmente la alta cultura y la cultura popular. Homero, Platón,
Propercio, Horacio, Virgilio, Cervantes y el Siglo de Oro, los metafísicos ingleses, los
románticos alemanes, Darío, Unamuno, Juan Ramón, Ortega, Alberti, Aleixandre, Neruda…
es el fundamento intelectual y sentimental, fundamento inagotable por su enseñanza
permanente y por su pensamiento. Es la huella indeleble de la tradición, la columna
vertebral de toda cultura. “No se puede escribir sin tradición, todos escribimos desde la
tradición”, manifiesta el poeta. Pero también hay otras huellas y otros fundamentos, que
son característicos de nuestro tiempo: Bob Dylan, Joe Sacco, la Fura dels Baus, el arte pop…
de suerte que la poesía silesiana fusiona y concilia –como el 27- lo viejo y lo nuevo, lo
antiguo y lo moderno, lo culto y lo popular, concibiendo el poema como una unidad total,
como un sistema, como una estructura cerrada, completa, circular, en la que las distintas
unidades (tonales, métricas, léxicas, simbólicas…) se organizan y se asocian articulando un
ritmo determinante que dota de sentido absoluto a la obra, a la creación artística. La obra
I.E.S. “Profesor Hernández-Pacheco”. Año 2016