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Revista Mansaborá 25 del IES Profesor Hernández-Pacheco de Cáceres

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pero ninguno hay como Cervantes ni tan necio que alabe a Don Quijote”. Y en ese año muere<br />

Felipe II, y con esta muerte muere todo. Y en Sevilla se recita el soneto, con tres versos de<br />

estrambote, más famoso y más blasfemo que Cervantes ha escrito, “Voto a Dios, que me<br />

espanta esta grandeza”. Y es entonces cuando comienza “a escribir la historia de un anciano de<br />

la misma edad del mismo Cervantes cuando lo escribe, cincuenta años, pero a esa edad le ha<br />

dado por vivir su vida real como la viven los personajes de ficción que le arrebatan y conmueven,<br />

esos caballeros andantes que pueblan los libros de aventuras en pos del bien y las aventuras”,<br />

como nos recuerda Jordi Gracia.Y ahí es donde nace El Quijote, queriendo hacer, posiblemente<br />

una más de las Novelas ejemplares en las que ha puesto tanto empeño, novelas en las que<br />

son los personajes los que mandan, porque Cervantes ha encontrado un nuevo modo de contar.<br />

Buscamos los orígenes literarios de El Quijote en el Entremés de los romances, en la figura<br />

del hidalgo Camilote que incluyó Gil Vicente en su Don Duardos, en el Orlando furioso o en<br />

los libros de caballerías. Lo que sí sabemos es que, a finales del siglo XVI, Cervantes había<br />

claudicado en su afán de hacerse un nombre en la farándula. Lo dice en el prólogo a sus Ocho<br />

comedias:<br />

“Tuue otras cosas en que ocuparme, dexè la pluma y las comedias, y entrò luego el<br />

monstruo de naturaleza, el gran Lope de Vega,y alçóse con la monarquia comica. Auassallò y<br />

puso debaxo de su juridicion a todos los farsantes; llenò el mundo de comedias proprias, felices<br />

y bien razonadas, y tantas, que passan de diez mil pliegos los que tiene escritos, y todas, que<br />

es vna de las mayores cosas que puede dezirse, las ha visto representar, o oydo dezir, por lo<br />

menos, que se han representado; y si algunos, que ay muchos, han querido entrar a la parte y<br />

gloria de sus trabajos, todos juntos no llegan en lo que han escrito a la mitad de lo que el solo”.<br />

Con este panorama, sólo la ficción narrativa se presentaba como una solución. El<br />

Guzmán de Alfarache tuvo un gran éxito. Y Cervantes andaba buscando el éxito popular,<br />

artístico y económico. Parodiar los libros de caballerías era una buena opción. Pues dice en el<br />

prólogo que todo el libro es “una invectiva contra los libros de caballerías". También dice en la<br />

segunda parte que pretende “poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas<br />

historias de los libros de caballerías. Se trataba de hacer un libro de entretenimiento, hacer un<br />

best-seller, del gusto del público y de los editores. Pero reírse de los libros de caballerías se<br />

quedó en poco, y los lectores de la época no sólo contemplaban la historia de un loco que<br />

confundía los molinos con gigantes, sino también la historia de un hidalgo que muere de<br />

melancolía en su cama. El éxito de El Quijote, le permite a Cervantes publicar las Novelas<br />

ejemplares (1613), el Viaje del Parnaso (1614) y las Ocho comedias y ocho entremeses<br />

(1615). Dice Antonio Muñoz Molina que el Viaje del Parnaso contiene, dispersa y en<br />

monótona extensión, algo muy parecido a una confesión íntima, desgarrada y amarga y también<br />

traspasada de un fiero orgullo herido. Publicado en sus años finales, en su vejez de estrecheces<br />

sin gloria, el poema es una sátira en clave del mundo literario en aquel Madrid pobretón donde<br />

un escritor dependía para su supervivencia del favor de algún noble despótico o —si tenía suerte,<br />

como Lope de Vega— de halagar con comedias atropelladas al público bronco de los corrales<br />

de comedias. Pero el episodio más triste de todo el poema —triste y humorístico, a la manera<br />

cervantina— viene en el momento en el que la gran caterva de los poetas que han navegado<br />

hacia el Parnaso se sientan alrededor de Apolo. En el barullo cortesano por ocupar un asiento,<br />

solo Cervantes, por lentitud o falta de reflejos, se queda sin él: “Quedeme en pie, pues no hay<br />

asiento bueno si el favor no lo labra, o la riqueza”. El dios de la poesía y la música le dice con<br />

magnanimidad que doble su capa y se siente sobre ella. Y entonces el poetón viejo confiesa su<br />

I.E.S. “Profesor Hernández-Pacheco”. Año 2016

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