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<strong>de</strong> esas caras se encontraban con los suy os le transmitían un innegable mensaje<br />
<strong>de</strong> bienvenida; otras contenían algo más: una especie <strong>de</strong> perpleja admiración,<br />
pensó; algo que estaba entre la estima y la <strong>de</strong>ferencia. Esta nota <strong>de</strong> respeto en<br />
todos los rostros halagaba enormemente su vanidad.<br />
Al poco rato sirvieron el café, hecho por un Hermano <strong>de</strong> cabello negro que<br />
estaba sentado en un rincón, junto al piano, y tenía un notable parecido con el<br />
Bru<strong>de</strong>r Schliemann, el director <strong>de</strong> música <strong>de</strong> hacía treinta años. Harris<br />
intercambió saludos con él cuando tomó la taza <strong>de</strong> sus manos blancas; manos<br />
como <strong>de</strong> mujer, observó. Encendió el cigarro que le ofreció un vecino con el que<br />
<strong>de</strong>partía agradablemente, el cual, a la llamarada <strong>de</strong> la cerilla, le recordó<br />
bastante, por un momento, al Bru<strong>de</strong>r Pagel, su antiguo jefe <strong>de</strong> dormitorio.<br />
—Es ist wirklich merkwürdig —dijo—; cuántos parecidos veo, o me parece<br />
ver. ¡Es realmente curioso!<br />
—Sí —replicó el otro, mirándole por encima <strong>de</strong> su taza <strong>de</strong> café—. Es<br />
asombrosa la magia <strong>de</strong>l lugar. Comprendo que surjan viejas caras a los ojos <strong>de</strong><br />
su imaginación… y que casi se borren las nuestras.<br />
Se echaron a reír los dos <strong>de</strong> buen humor. Era un alivio comprobar que<br />
comprendían y apreciaban su estado <strong>de</strong> ánimo. Y pasaron a hablar <strong>de</strong> la colonia<br />
<strong>de</strong> la montaña, <strong>de</strong> su soledad, <strong>de</strong> lo aislada que estaba <strong>de</strong>l mundo, <strong>de</strong> lo idónea<br />
que era para la meditación y el culto, y para el <strong>de</strong>sarrollo espiritual… <strong>de</strong> cierta<br />
índole.<br />
—Su llegada <strong>de</strong> esta manera, Herr Harris, nos ha producido a todos una<br />
inmensa alegría —terció el Bru<strong>de</strong>r que tenía a su izquierda—. Eso le hace<br />
merecedor <strong>de</strong> nuestra más alta estima. Le rendimos homenaje por ello.<br />
Harris hizo un gesto <strong>de</strong> súplica.<br />
—Me temo que se trata sólo <strong>de</strong> una satisfacción egoísta, por mi parte —dijo<br />
un tanto untuosamente.<br />
—No todos habrían tenido ese valor —añadió el que se parecía al Bru<strong>de</strong>r<br />
Pagel.<br />
—¿Se refiere —dijo Harris, un poco <strong>de</strong>sconcertado— a los recuerdos<br />
turbadores…?<br />
El Bru<strong>de</strong>r Pagel le miró fijamente, con inequívoca admiración y respeto.<br />
—Me refiero a que la may oría <strong>de</strong> los hombres se aferran a la vida con todas<br />
sus fuerzas, y renuncian a muy poco por sus creencias —dijo gravemente.<br />
El inglés se sintió ligeramente <strong>de</strong>sasosegado. Des<strong>de</strong> luego, estos hombres<br />
respetables daban <strong>de</strong>masiada importancia a su excursión sentimental. A<strong>de</strong>más,<br />
se le estaba escapando el hilo <strong>de</strong> la conversación. Apenas podía seguirla.<br />
—Aún tiene la vida mundana ciertos encantos para mí —replicó sonriendo,<br />
como para indicar que todavía no estaba la santidad al alcance <strong>de</strong> su mano.<br />
—Con may or motivo <strong>de</strong>bemos rendirle homenaje, entonces, por venir