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Anoche se quedó su hijo a dormir, y esta mañana, estando yo en la ventana,<br />
le vi marcharse. Miró hacia arriba y se dio cuenta. Era una figura zafia <strong>de</strong> rostro<br />
especialmente repulsivo la que vi, y me hizo el honor <strong>de</strong> dirigirme una mirada <strong>de</strong><br />
soslay o <strong>de</strong> lo más antipática. Al menos, me lo pareció a mí.<br />
La verdad es que me estoy volviendo ridículamente susceptible para cosas<br />
que son fruslerías; creo que se trata <strong>de</strong> mis nervios: los tengo a flor <strong>de</strong> piel. Esta<br />
tar<strong>de</strong>, en el Museo Británico, noté que varias personas sentadas alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la<br />
mesa <strong>de</strong> <strong>lectura</strong> no paraban <strong>de</strong> mirarme y <strong>de</strong> observar cuanto hacía. Cada vez<br />
que levantaba la vista <strong>de</strong>l libro, <strong>de</strong>scubría sus ojos fijos en mí. Me pareció<br />
impertinente y <strong>de</strong>sagradable, así que me marché antes <strong>de</strong> mi <strong>hora</strong><br />
acostumbrada. Al llegar a la puerta, eché una mirada hacia atrás, y sorprendí<br />
todas las cabezas <strong>de</strong> la mesa vueltas hacia mí. Me ha molestado bastante; aunque<br />
comprendo que es una tontería anotar este tipo <strong>de</strong> cosas. Cuando me siento bien,<br />
me resbalan. Debo hacer ejercicio con más regularidad. Últimamente no he<br />
hecho casi nada.<br />
2 <strong>de</strong> nov.— La absoluta quietud <strong>de</strong> esta casa está empezando a resultarme<br />
opresiva. Me gustaría que hubiese alguien viviendo arriba. Jamás se oy e un mal<br />
ruido <strong>de</strong> pasos en el piso <strong>de</strong> encima, ni cruza nadie por <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mi puerta,<br />
escaleras arriba. Empiezo a sentir curiosidad por ver cómo son las habitaciones<br />
superiores. Me encuentro solo aquí, aislado, arrinconado en un agujero <strong>de</strong>l<br />
mundo, olvidado… Una <strong>de</strong> las veces me he sorprendido a mí mismo mirando<br />
absorto mis largos, rajados espejos, tratando <strong>de</strong> ver danzar las manchas <strong>de</strong> sol<br />
bajo los árboles <strong>de</strong>l huerto. Pero parece que a<strong>hora</strong> sólo hay sombras en ellos; así<br />
que he <strong>de</strong>sistido.<br />
Ha habido mucha oscuridad todo el día, pero no se ha notado el menor soplo<br />
<strong>de</strong> aire. Las nieblas han comenzado. He tenido la lámpara <strong>de</strong> <strong>lectura</strong> encendida<br />
toda la mañana. Hoy no se ha oído el dichoso carrito. Hasta lo he echado <strong>de</strong><br />
menos. Dada la oscuridad y el silencio, creo que habría sido un alivio. Al fin y al<br />
cabo, el ruido es algo muy humano; aunque esta casa vacía, en el fondo <strong>de</strong>l<br />
callejón, tiene otros que no son tan tranquilizadores.<br />
No he visto ni una sola vez un policía en esta calle, y el cartero sale siempre<br />
<strong>de</strong> ella con muy pocas muestras <strong>de</strong> querer <strong>de</strong>morarse.<br />
10 <strong>de</strong> la noche.—Mientras escribo esto, no oigo otra cosa que el zumbido<br />
lejano <strong>de</strong>l tráfico y el suspiro apagado <strong>de</strong>l viento. Los dos rumores se mezclan en<br />
uno solo. De vez en cuando, un gato eleva su maullido, grito misterioso en la<br />
oscuridad. Siempre están ahí esos gatos, <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> mi ventana, cuando llega la<br />
noche. El viento se precipita por la chimenea con un ruido semejante al súbito<br />
golpeteo <strong>de</strong> unas alas inmensas y lejanas. Ésta es una noche lúgubre. Me siento<br />
perdido y olvidado.