You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
tendidas disimulaban su agilidad y rapi<strong>de</strong>z. Brincaban, a veces se levantaban y<br />
permanecían medio incorporados, airosos pese a su volumen y fuerza; y pasaban<br />
tan cerca <strong>de</strong> él que habría podido tocarlos. Y con ellos marchaban infinidad <strong>de</strong><br />
osos negros y pardos, pequeños unos, monstruosos otros, formando una<br />
espléndida multitud. Después, algo más atrás, don<strong>de</strong> los espacios en forma <strong>de</strong><br />
parque permitían más libertad <strong>de</strong> movimientos, se alzaba un mar <strong>de</strong> cuernos y<br />
astas como un bosque en miniatura bajo la luz plateada <strong>de</strong> la luna.<br />
La inmensa tribu <strong>de</strong> ciervos se reunía en interminables multitu<strong>de</strong>s bajo el<br />
cielo estrellado. Vio alces, caribús, po<strong>de</strong>rosos wapitis, y ciervos, más pequeños,<br />
apiñados a millares. Oía el entrechocar <strong>de</strong> los cuernos, el patear <strong>de</strong> innumerables<br />
pezuñas, las pisadas ocasionales <strong>de</strong> criaturas más voluminosas al evolucionar en<br />
busca <strong>de</strong> más espacio. Vio un lobo lamiéndole el hombro a un gran alce herido. Y<br />
la marea retrocedía y avanzaba y volvía a retroce<strong>de</strong>r, subiendo y bajando como<br />
un mar vivo cuy as olas eran formas animales, habitantes <strong>de</strong>l Valle <strong>de</strong> las Bestias.<br />
Bajo la serena claridad <strong>de</strong> la luna, andaban <strong>de</strong> un lado para otro, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />
él. Sabía que le observaban, que le reconocían. Le daban la bienvenida.<br />
Percibía, a<strong>de</strong>más, un mundo <strong>de</strong> vida más pequeña, el cual formaba como un<br />
mar inferior, por así <strong>de</strong>cir, o más bien numerosas corrientes subacuáticas que<br />
iban y venían entre las gran<strong>de</strong>s patas rectas <strong>de</strong> las criaturas más gran<strong>de</strong>s. Y<br />
aunque no alcanzaba a distinguirlas con claridad, sabía que estas corrientes<br />
cubrían la tierra en número infinito, cruzando veloces <strong>de</strong> aquí para allá, ora<br />
ocultándose, ora reapareciendo, <strong>de</strong>masiado atentas a sus inquietos intereses para<br />
prestarle atención a él o a sus camaradas <strong>de</strong> may or tamaño, aunque chocando <strong>de</strong><br />
vez en cuando contra su espalda, cruzando disparadas por su lado, pasando entre<br />
sus piernas incluso, para <strong>de</strong>saparecer en seguida con un rumor <strong>de</strong> patitas<br />
menudas, y per<strong>de</strong>rse entre la hueste <strong>de</strong> más allá. Y con este mundo pequeño se<br />
sentía a gusto también.<br />
No sabía cuánto tiempo llevaba observando, dichoso por <strong>de</strong>ntro, seguro,<br />
satisfecho, feliz, natural, en esta postura; aunque sí lo bastante como para sentir<br />
<strong>de</strong>seos <strong>de</strong> mezclarse con lo que veía, <strong>de</strong> tener un contacto más estrecho, <strong>de</strong><br />
convertirse en uno más…, sí lo bastante como para que le dominara este <strong>de</strong>seo<br />
ciego y profundo. Y por fin, echó a andar hacia ellos; a andar como ellos incluso,<br />
no erguido sobre sus pies.<br />
La luna estaba baja a<strong>hora</strong>, a punto <strong>de</strong> ocultarse tras un cedro gigantesco cuy a<br />
copa <strong>de</strong>sflecada convertía su luz en una salpicadura argentina. Las estrellas<br />
habían pali<strong>de</strong>cido también. Había aparecido una débil ray a roja <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las<br />
cumbres, en el extremo oriental <strong>de</strong>l valle.<br />
Se <strong>de</strong>tuvo en su lenta marcha, miró a su alre<strong>de</strong>dor, consciente <strong>de</strong> que la<br />
hueste le había hecho sitio y a entre sus filas, y <strong>de</strong> que incluso el oso olfateaba la<br />
tierra <strong>de</strong>lante como para mostrarle el camino más cómodo. De repente saltó un<br />
lince, por encima <strong>de</strong> él, a la rama más baja <strong>de</strong> un abeto, y alzó la cabeza para