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INDAGACIONES MODELO NEOCLÁSICO HACIA ECONOMIA VITAL

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En el modelo formalizado, las preferencias de los individuos se representan por medio de<br />

una función de utilidad de la forma: U(x1, x2,… xn) Al describir de este modo una función<br />

de utilidad, los neoclásicos consideraron que la Economía se había convertido en una verdadera<br />

ciencia porque sus principios podían escribirse usando las matemáticas. Intensamente<br />

motivados por ese descubrimiento lanzaron un nuevo postulado: Los individuos prefieren<br />

una cantidad mayor de cualquier bien a una menor. El axioma de la “Insaciabilidad”,<br />

así se llama al hecho de consumir más allá de la satisfacción razonable de las necesidades,<br />

exige que cada individuo, aún con un pie en el féretro, prefiera más de lo que está comiendo<br />

hasta morir encaramado en la mesa utilitaria. No importa que las necesidades ya estén satisfechas<br />

en cierto nivel de la función, eso no es suficiente para el modelo marginalista<br />

neoclásico, el que sólo puede mantenerse produciendo más y más. Fue de ese “Principio”<br />

que nació el personaje al que hemos denominado el Homo consumidorus; aquél ente que<br />

por su extremo consumismo se está devorando el planeta. La Economía-Vudú no es Razonable.<br />

Con estos axiomas, los neoclásicos afirmaron que la teoría de la “Elección Racional” en un<br />

cuerpo analítico formal. Tal como se verá después, la tercera propiedad del supuesto de la<br />

Completitud sirve para afianzar la presencia de un nuevo instrumento analítico neoclásico:<br />

la llamada “Curva de Indiferencia”. A diferencia de los primeros planteamientos de la utilidad,<br />

como medible en unidades cardinales, las funciones de utilidad sólo necesitarían un<br />

orden dado de preferencias. Consiguientemente decir que A es preferible a B sería una<br />

afirmación que obviaría la necesidad de establecer cuántas veces A es preferible a B. Por<br />

ejemplo, si se dijera, al estilo de los primeros cardinalistas, que A es 10 veces superior a B,<br />

se tendría los mismos resultados que si se dijera que se prefiere A dos veces más que a B.<br />

Lo que interesaría sería saber si A es preferible a B y no los múltiplos de preferencia implícitos.<br />

De esta manera, la utilidad pudo ser escrita como una función de bienes x1, x2… xn a<br />

disposición del consumidor. Así surgió el siguiente Principio de Insaciabilidad.<br />

La “Ley” de la Utilidad Marginal Decreciente<br />

Según la teoría, las primeras unidades del bien que consumimos nos brindan una gran satisfacción.<br />

Es decir, el bien o el servicio nos serían “muy útiles”. El consumo de las unidades<br />

subsiguientes de ese bien o servicio nos irá produciendo menor cantidad de satisfacción<br />

o, lo que es lo mismo, nos serán cada vez menos útiles. Recordemos que el consumo del<br />

bien proporciona una utilidad total, la misma que resultaría de la suma de las utilidades<br />

proporcionadas por las sucesivas unidades del bien consumido, mientras que la utilidad<br />

marginal es la que proporcionaría la última unidad consumida del bien. El proceso seguiría<br />

hasta que la utilidad proporcionada por la última unidad del bien consumido llegara a cero.<br />

En este tren de razonamiento, se supone que el consumidor de jamón encontrará que la<br />

primera ralla infinitesimal será la que más utilidad le proporcione; luego vendrán las demás,<br />

cada una, ofreciendo menos utilidad que la anterior, respectivamente, hasta que una nueva<br />

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