Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Fotografía: Archivo personal de Lidia Guerra
48
consideración y, a veces, viéndoles como
objetos descartables, lo cual se evidencia
en su comercio como objetos, en la
explotación de las hembras y en la cantidad
de animales abandonados que
viven en situación de calle.
Nuestras relaciones con les
animales son muy variadas
de acuerdo con las diferentes
dimensiones de la vida
Estas relaciones, aunque afectivas, por
lo general se construyen desde una posición
antropocéntrica, lo que significa
que como humanes seguimos viéndonos
como superiores a otres animales.
Sin embargo, para mí, convivir con animales
en todas las etapas de mi vida ha
significado un recorrido que inicia con
dejar de verles como mascotas y avanza
Previo a ingresar a la universidad estudié
magisterio preprimaria. Recuerdo que el
uso de les animales es una de las estrategias
didácticas más comunes; les usamos
para cantar, para disfrazarnos, para
decorar la clase, para aprender a sumar y
a restar, para aprender sobre la sociedad,
entre otras. En ese tiempo, hice dibujos
de animales siempre felices, caricaturihasta
reconocer su derecho a una vida libre
de violencia. Recordar mi vida al lado
de estos compañeros es reconocer que
tienen un significado importante para
mí, ya sea porque fueron compañía,
amor, consuelo, amistad y responsabilidad;
pero también, porque me enseñaron
a concebir una vida interespecie basada
en el respeto, en el reconocimiento
de sus intereses y necesidades, y en el
cuidado mutuo. Hoy, al ser feminista antiespecista,
resignifico esos vínculos y los
nombro mis compañeros de vida.
Una memoria muy presente de mi infancia
es un día en el que me entristecí
cuando amarraron al perro que vivía en
nuestro hogar. En esa época quizás yo tenía
ocho años, mis padres habían discutido
y después de eso mi mamá amarró
al perro. No olvido sentir esa tristeza, a
pesar de que podría decirse que el perrito
estaba bien, pues estaba dentro de
la casa, con su comida y agua; yo estaba
con él y no le veía sufrir. Sin embargo,
no logré entender por qué su movilidad
debía restringirse. ¿Por qué a él? En mi
pensamiento infantil, me decía que no
me parecía justo; no había hecho ninguna
travesura, ni siquiera lo habían regañado.
Es este recuerdo el que identifico
como un primer momento de consciencia
sobre la capacidad de sentir que
tienen les animales y las situaciones de
injusticia que viven y atentan contra su
bienestar. Pasaron varias décadas para
que yo le diera un significado político a
esto.
zados: el tigre tierno, la vaca “lechera” 3 sonriente y la gallina
junto a sus pollitos como una mamá protectora. Un
mundo siempre feliz donde les animales son amigues
que nos enseñan cosas. Fue hasta muchos años después
cuando comprendí esta hipocresía, pues enseñamos que
son animales “de la granja” 4 , de la selva y domésticos 5 .
Enseñamos lo que comen, su hábitat y hasta explicamos
qué productos “nos dan” 6 : lana, leche, quesos, carne,
huevos, tocino, entre otros. Nunca enseñamos a les niñes
que eso que comemos y vestimos son animales muertos,
que la leche y los huevos que consumimos provienen de
hembras violadas y abusadas, y, claro está, jamás planificaríamos
una excursión a un matadero.
3
La industria láctea ha denominado a las vacas como lecheras, posicionándolas
como máquinas de hacer leche, tal como lo explica Vandana
Shiva. Sin embargo, no lo son, son mamíferos que producen
leche para sus crías.
4
La industria cárnica y láctea les nombra como animales de la granja,
pero ese no es su hábitat.
5
Es decir, animales que han sido domesticados.
6
En realidad, los animales no nos dan nada, les explotamos por esos
productos.
49