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listas o liberacionistas debemos creer
que podemos salvar la vida de todos
los individuos que acogemos. Se requiere
demasiada responsabilidad,
compromiso y desinterés en cada paso
que demos por la liberación animal,
por lo que es importante no quedarnos
en el ciclo del activismo estandarizado
por los derechos de los animales
y empezar a proponer otros diálogos
que nos lleven a superar aquellas conductas
prejuiciosas y destructivas.
Dejar de patrocinar las industrias que
someten a los animales, por ejemplo,
puede ayudar a reducir ese mal trato
que hay hacia aquellos, pero este solo
es un paso dentro de la liberación
animal y ésta no puede limitarse a reivindicar,
únicamente, el veganismo.
Cuando reconocemos que existe este
tipo de discriminación hacia los animales,
nos lleva a ver que esto, en efecto,
es una consecuencia de una serie
de prejuicios y desconocimientos de
quiénes somos, quiénes son los otros
con los que vivimos y cómo debemos
vivir con ellos. Porque cuando sometemos
a un animal a un proceso de sobreexplotación
bajo condiciones que
revelan las patologías de las sociedades
en las que vivimos, lo mínimo que
podemos reconocer allí es que solo
nuestras conductas pueden repercutir
en la transformación de la realidad de
muchos animales que pasan su vida
muy mal. Por eso es necesario extender
nuestras consideraciones morales
y éticas hacia los animales y hacia el
espacio que compartimos con ellos.
Además, es importante comprender
que todo movimiento hacia la liberación
implica un desapego material e
ideológico que deviene en la transformación
de nuestro pensamiento y de
nuestras realidades.
La liberación conduce a un punto de
referencia que reivindica la naturaleza
humana del grupo de los hombres y
las mujeres. Este punto es el cuidado
como relación que garantiza la subsistencia
del otro, del individuo animal,
posibilitando espacios para su
adecuado y libre desarrollo, pues el
modo en que tratamos a los animales
demuestra el modo en que los pensamos
y los asumimos en relación con
nuestras experiencias.
No podemos caer en antropomorfizaciones
y asumir indefinidamente que
los animales sienten o experimentan
igual que nosotros, para darles los
cuidados propios de nuestro grupo;
esto representa una acción antropocéntrica
de los procesos fracasados de
liberación animal. Recordemos que se
trata de legitimar el interés que ellos
tienen como individuos animales,
más allá de los intereses que nosotros
tengamos sobre sus vidas.
Dejar de patrocinar las
industrias que someten
a los animales, por
ejemplo, puede ayudar
a reducir ese mal trato.
El cuidado es el fundamento de la actitud
ética sobre el trato hacia los demás
grupos de seres con los que cohabitamos
el planeta, el cual salvaguarda todos
los elementos constitutivos de un
sistema vivo y complejo garantizando,
además, los derechos de los seres vivientes
gracias a la comprensión y el
entendimiento que debemos tener
respecto al modo de relacionarnos
con lo demás. Amar a los animales no
es rescatar animales de las industrias y
llevarlos a lugares que no les brindan
una libertad segura y conforme a su
naturaleza o animalidad. Si no conocemos
a profundidad a los individuos
oprimidos por quienes luchamos, si
seguimos asumiendo su individualidad
en referencia a lo que nuestro
ego proyecta de ese animal, es que
no estamos viendo al animal como
tal. Por eso nuestra lucha recae en un
desgaste sin fin. En consecuencia, serían
acciones especistas e incoherentes
bajo la fachada del liberacionismo
animalista.
Amar a los animales es cuidar de
ellos, y cuidar, más que un acto, es
una actitud de respeto, de ocupación,
de responsabilidad y de compromiso
efectivo por el otro para garantizar su
libre desarrollo individual y biológico.
Desafortunadamente somos, muchas
veces, realmente ignorantes respecto
a la vida de los animales y creemos saber
sus necesidades asumiendo que
podemos saber cuáles y cómo son
sus pensamientos, emociones y hasta
decisiones. Repetidamente creemos
que los animales se comportan, viven
y piensan como el grupo de mujeres y
hombres. Los observamos y les damos
ciertas características que, “pareciera”,
fueran solo de nuestro grupo y optamos
sin más por admitir que tienen
actitudes “humanas”, pero nunca llegamos
a ver que somos nosotros quienes
a menudo presentamos actitudes
meramente “animales”. Por eso, el
movimiento de liberación animal no
es otra cosa que el movimiento que
libera la exterioridad del animal. Exterioridad
que revela el ánima de quien
habita en esos cuerpos animales. En
otras palabras, el movimiento de liberación
animal es el acto de liberar para
ir hacia el animal, es el paso que conduce
de la liberación al animal.
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