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SALA DE TOGAS
convence, ¿qué haces? Porque absuelven
al del Ford pero no condenan
al del Renault. Eso, en el juicio
de faltas. no ocurre.
P.- ¿Has modificado muchas veces
tus conclusiones?
R.- Algunas veces.
P.- En función de la vista.
R.- No, no.
P.- ¿No? Eso nos lleva a otra dialéctica.
Para tí, entonces, ¿qué es lo
que cuenta: la instrucción del sumario
o la vista oral?
R.- ¡Hombre ... ! Cuenta más la
instrucción del sumario, porque del
sumario he sacado una conclusión
en conciencia, y parto del supuesto
de que todo el que va a decir algo va
a decir mentira. Todo el mundo va
previamente aleccionado de tal manera,
que yo creo que eso es muy
profesional pero poco justo. La justicia
es difícil sacarla normalmente
de los testigos.
P.- Pero eso choca con uno de los
textos legales más hermosos que he
leído y que siempre invoco, la
Exposición de Motivos de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal que, pese
a ser centenaria, me sigue pareciendo
un desiderátum cuando dice
que el procesado "entra en el palenque
ya vendido o, por lo menos desarmado",
y que lo único que vale de
verdad es lo que se prueba en el
Plenario.
La gran facultad del
hombre es pensar
R.- Si, si, bueno. Yo, si va un
Médico y me dice "ese hombre tenía
roto el fémur cuando pasó lo que
fuese", yo lo creo. Pero toda la
prueba testifical, que sabes que está
amañada ... Yo no es que me meta en
eso, pero creo que el Juzgado no deja
de ser persona y tenemos una facultad
enorme ... La gran facultad del
hombre es pensar, y si pensando no
llegas a esa conclusión, ¡Dios mío de
mi vida!, yo creo que es muy dificil
ser Juez y, por una- verdad formal,
poner una sentencia en contra de lo
que es una verdad real a la cual
llega tu conciencia. Aparte de que
hoy hay una presión tremenda por
parte del reo sobre los testigos, a los
que amenaza. Pero, a pesar de eso,
yo no puedo ser más papista que el
Papa, y si, de hecho, el único testigo
de cargo que he llevado ha dicho
"No, ese no ha sido", he tenido que
retirar la acusación.
P.- ¿Y qué has sentido cuando
has tenido el convencimiento de que
un señor es culpable y, sin embargo,
no has podido acusarlo?
R.- Una frustración, una enorme
tristeza, una incapacidad, pensar
que la Ley debe darme otras armas.
P.- ¿No habría que modificar la
Ley en aras de la Justicia más que
de la legalidad? Porque muchas
veces me he visto ante una Ley, a mi
juicio, injusta.
R.- Creo que sería peor. El arbitrio
excesivo, y , sobre todo en esta
época última, creo que conduce a
malas cosas. Lo que hay que hacer
es arbitrar unos medios con los que
se resuelva el problema del perjuicio,
porque el perjuicio es distinto
del problema penal en sí. Y te pongo
foto: Cristina
el ejemplo del cheque en descubierto,
en que, yo, tengo que defender
la legalidad, y, el denunciante,
sólo denuncia porque cree que así
· va a cobrar rápidamente ignorando
que no va a cobrar siquiera. En ese
caso tenemos intereses opuestos
todos los que llegamos al juicio. El
Fiscal, que no debe atender nada
más que al principio de legalidad,
pero que, en eonciencia, piensa que
aquel hombre debe cobrar, porque
un sinvergüenza le ha dado un cheque
sin fondos. Y el Fiscal tiene que
ceñirse. a ser Fiscal.
P.- Pero, ¿qué es ser Fiscal?
R.- Defender la Ley.
P.- La Ley ... aunque sea injusta.
R.- Es que el problema de que la
ley sea justa o injusta no es tan
absoluto, porque ¿qué entiendes tú
por justicia: lo que es conforme con
la conciencia tuya o con la tuya y
con la mía o con la mía sólo?
P.- Con la conciencia de un niño,
Paco.
R.- Bien, bien, me parece muy
bien, no tengo ningún inconveniente
en aceptarlo. La moral del niño que
está virgen ... Puede ser. Pero que un
problema repugne a mi conciencia
no quiere decir que sea injusto, porque
yo me he podido dejar llevar en
ese momento de pensamientos torpes,
incluso vengativos.
P.- Y ¿quién nos garantiza que el
Juez no se deje llevar por los mismos
pensamientos? Porque tú has
dicho: la justicia es lo que hace el
Juez.
R.- Porque es lo único que se
puede ejecutar.
P.- A veces he hablado, con algún
Juez amigo, del problema de la soledad
del Juez en su despacho, a la
hora de dictar sentencia, o de dictar
un Auto de prisión ...
R.- Tiene peso sobre la conciencia.
P.- Pero a la larga, ¿no os deformáis,
no os insensibilizáis, no se os
endurece la conciencia?
R.- ¡Hombre! Puede que sí, que
nos deformemos, porque, a medida
que pasa el tiempo, piensas menos
esas decisiones.
P.- ¿Cuántos años has estado de
Fiscal?
R.- Cuarenta y tres, desde el año
48, aunque de Fiscal en la Audiencia,
sólo desde que me fui a Barcelona,
en el año 83. Pero te quiero
explicar lo de endurecérsete la conciencia.
La primera vez que ves un
auto de prisión, mantenerlo o no, te
lo estudias mucho, pero llega un
momento en que ya te lo estudias
menos, porque. con la práctica, tienes
el iter criminis mentalizado. Por
ejemplo, el problema de la droga.
Como sé cómo entra la droga en
Almería, pienso que quienes son
sorprendidos en ese lugar eran los
que estaban alijando, no hay duda.
Ese problema se puede plantear en
un asesinato, por ejemplo, porque,
al ser menos frecu·~nte, no tienes
tanta previsión mental. En la droga
no tengo ninguna duda. El problema
está en que pienso que debía condenarse,
de la forma que fuera, al consumidor
o, por lo menos, al consumidor
en público. Pero en cuanto a
los traficantes, lo tengo claro. Lo
que pasa es que muchas veces no
puedes pedir que se condene ...
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