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isla-interior-angel-santiesteban-prats

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misericordia de cuanto estaba al alcance de su mano. Me<br />

llamó la atención que la esposa, mi suegra en aquel<br />

entonces, no formara parte de las Damas de Blanco. Me dijo<br />

que estuvo en contra y las catalogaba de enemigas porque<br />

tenían distintas maneras de ver la realidad. Algo que me<br />

pareció extraño pero razonable, era su libre albedrío.<br />

Meses después, mi novia me dijo que había sido<br />

abordada por un oficial de la Seguridad del Estado y le<br />

había pedido que cooperara con ellos. Me dijo que se había<br />

negado al asegurarles que era apolítica. Al oficial insistirle<br />

pudo comprender que su intención era saber de mí, ¿qué<br />

estaba haciendo?, ¿con quiénes estaba interactuando? Le<br />

negué, no era posible que estuvieran más interesados en mí<br />

que en sus padres. Con seguridad pretenderían que los<br />

traicionara, terminé diciendo.<br />

Y ella río convencida de que yo no tenía razón. Hubo<br />

segundos de silencio. Supuse que pretendía decirme algo<br />

que no lograba captar. Me confesó que no era la primera vez<br />

que hablaba con los “agentes”, casi me dio a entender que<br />

era una asidua colaboradora. Inferí que traicionaba a sus<br />

padres. Pero la mayor sorpresa fue cuando me relató una<br />

llamada telefónica de la madre, la cual, antes de hacerla le<br />

había pedido privacidad y que se alejara de la cabina, y ella<br />

pensando que era un engaño matrimonial contra su padre,<br />

se fue acercando sin que su madre se percatara, y escuchó<br />

cuando pedía hablar con un oficial y se identificaba como la<br />

agente Victoria.<br />

Entonces recordé las historias de su madre subida en la<br />

cerca de la prisión del Combinado del Este, exigiendo que le<br />

dejaran ver al esposo; que en alguna Mesa Redonda y<br />

periódicos había sido mencionada como disidente. Y todo<br />

me pareció decepcionante.<br />

No volví a ver a mi novia. La última vez que la encontré<br />

regresaba de la SINA, en sus manos llevaba la aprobación<br />

de ingreso a los Estados Unidos. Desde entonces comprendí<br />

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