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isla-interior-angel-santiesteban-prats

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hice un acercamiento hasta donde me permitió el lente de la<br />

cámara. De todas formas no podía creer que planearan algo<br />

semejante en medio de aquel dolor, que irrespetaran a la<br />

familia del difunto, al Cardenal y a toda la comitiva de la<br />

Iglesia Católica, además de las televisoras y periodistas<br />

internacionales que cubrían el acontecimiento. Pero a pesar<br />

de las constantes pruebas de abuso gubernamental, aún<br />

insistimos en ser ingenuos, como si esa actitud nos salvara<br />

de contagiarnos con toda la maldad que siempre nos rodea.<br />

Lo cierto es que la novia de Antonio Rodiles, Ailer<br />

González, con la intención de averiguar qué sucedía, se bajó<br />

del auto, y, al llegar a la multitud, pudo presenciar cómo<br />

apresaban a Fariñas y a otro grupo de opositores. Ella exigió<br />

que los liberaran y los policías la empujaron también y la<br />

introdujeron a golpes en una guagua Yutong que tenían<br />

preparada a modo de calabozo rodante. Y, ahí dentro, les<br />

siguieron pegando.<br />

Antonio, impaciente al ver que su novia no regresaba,<br />

salió a buscarla. Mientras camina escuchó a un Agente de<br />

la Seguridad que le gritó a otro que estaba cerca: mira, por<br />

allí va Aleaga, vamos a llevárnoslo. Rodiles observa que<br />

Aleaga ni siquiera está tirando fotos, solo camina por la<br />

acera, y les dice a los “segurosos” que lo dejen tranquilo.<br />

Ellos lo miran y le responden: vamos, que tú también te vas.<br />

Él se niega, mientras ve que a Aleaga se lo llevan maniatado<br />

hacia un auto. Rodiles se resiste a que lo suban a otro auto,<br />

finalmente lo acuestan sobre el asiento trasero y dos<br />

fornidos Agentes se le suben encima para inmovilizarlo con<br />

el peso de sus cuerpos.<br />

Fariña devuelve bofetada.<br />

El abogado Vallín me acompañaba en el auto, y al intuir<br />

que algo sucedía en el comienzo, nos bajamos, y cuando nos<br />

disponíamos a ir hasta el lugar, el cortejo reinició su marcha,<br />

y volvemos al auto. En la Calzada del Cerro ya se había<br />

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