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isla-interior-angel-santiesteban-prats

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ambulancias. En una esquina comenzaron a reunirse<br />

agentes de la Seguridad del Estado, vestidos de civil. Ailer<br />

vio a algunos de los que le habían dado golpes, y aprovechó<br />

para decirles en su cara abusadores y que algún día tendrían<br />

que pagar por esos abusos. Los hombres no contestaron. Le<br />

dieron la espalda y los vimos subir las escaleras para<br />

guarecerse dentro de la unidad policial.<br />

Alguien llamó por teléfono para decirnos que a Fariñas se<br />

lo llevaban en una patrulla para su provincia. Al rato se nos<br />

acercó un “seguroso”: un negro como de dos metros de<br />

estatura, que, para provocarnos, se apostó muy cerca de<br />

nosotros. Pero su presunta valentía era solo un alarde para<br />

sus compañeros que lo observaban, porque Reinaldo<br />

Escobar también fue a su encuentro, y cuando pasó a sus<br />

espalda, vi los ojos acobardados del “seguroso”, su cuerpo<br />

de dos metros se achicó, y se volteó para seguir a Reinaldo<br />

con la vista, como si temiera ser agredido, algo que jamás<br />

haría Reinaldo, todo lo contrario, pues lo que hizo fue fingir<br />

una llamada para que él lo escuchara, como si le dijera a<br />

alguien que todo estaba bien. Luego el provocador también<br />

sacó su teléfono e informaba que éramos unos payasos. Yo<br />

tomé el mío y para que él me escuchara y dije que no había<br />

problemas, que su provocación eran solo puras monerías.<br />

Entonces el negro se alejó rápido con la frustración de no<br />

haber recibido la orden de golpearnos y sacarnos de allí a la<br />

fuerza, como eran sus deseos.<br />

Después de la una de la madrugada, Vallín y Reinaldo<br />

hablaron con la Coronela, que dijo ser la Jefa de la Unidad.<br />

Vallín le dijo que tenían veinticuatro horas para tomar la<br />

decisión de acusar o no al detenido, y para definir el delito<br />

por el cual lo juzgarían. La oficial reconoció que era cierto,<br />

según las leyes, y confirmó que a las diez de la mañana se<br />

cumplía el plazo, y que entonces informaría qué harían en<br />

ese caso, que por ahora estaban estudiando la decisión a<br />

tomar. Vallín y Reinaldo dejaron claro que era un acuerdo,<br />

y la Coronela aceptó.<br />

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