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isla-interior-angel-santiesteban-prats

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ocurrió.<br />

Comenzaba el circo de hacerme culpable<br />

A la mañana siguiente vinieron a buscarme para<br />

levantarme, "formalmente", las acusaciones. Me hicieron<br />

dos causas: “Negarme a ser detenido", y, "Daños”. Expliqué<br />

los hechos como acontecieron, y dije que era una vergüenza<br />

flagrante que intentaran acusarme de algo que no hice, más<br />

bien los acusados deberían ser toda la tropa de abusadores<br />

que se presentaron como "agentes de la Contra Inteligencia",<br />

perfecto nombre para esos represores y sicarios, como les<br />

gritó Yoani.<br />

El “Instructor” apenas hablaba, sólo cumplía órdenes.<br />

Hizo su trabajo lo mejor que pudo, pues no accedí a<br />

cooperar con la injusticia. Les recordé que ellos eran los<br />

primeros que violaban la ley, que no me habían permitido<br />

mi llamada telefónica establecida por sus propias leyes. Se<br />

quedó callado, no sabía qué responder. Dijo que consultaría<br />

con los superiores y que luego me diría. Por supuesto,<br />

nunca más volví a verlo, y ni mucho menos recibí el permiso<br />

para hacer la llamada telefónica.<br />

De vuelta al calabozo le conté a Claudio lo sucedido, y<br />

nos reímos para no llorar de rabia por cinismo<br />

gubernamental y sus injusticias. Un rato después vino un<br />

oficial a decirme que mi familia estaba en la unidad y que<br />

me traían utensilios para el aseo personal. Me preguntó si<br />

quería enviarle algún mensaje verbal. Le dije que les hiciera<br />

saber que yo estaba feliz y que me encontraba donde mi<br />

corazón me había llevado. El oficial me observó como si yo<br />

estuviera demente. Pensé que no le daría el recado. Luego<br />

supe que sí se lo dijeron, y que entonces mi familia pudo<br />

confirmar que yo me hallaba allí. Aproveché para enviarles<br />

mi camisa rota y manchada con mi sangre. Creí que quizá<br />

los guardias la sacarían de la jaba para no entregársela a mis<br />

familiares.<br />

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