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isla-interior-angel-santiesteban-prats

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las prendas de vestir, me anunciaban que me iría de<br />

libertad. Para mí significó una humillación, sacarme,<br />

alejarme del destino de mis compañeros era lo peor que<br />

podían hacerme. Le rogué al calabocero que me dejara<br />

regresar e informara que me negaba. Se lo dije varias veces<br />

y me dijo que eso era imposible. Estaba muy triste, no sabía<br />

cómo enfrentar aquel desprecio, al menos así lo veía.<br />

En la puerta de la unidad el Oficial de Guardia me<br />

entregó el carné de identidad. La calle estaba desolada,<br />

como es costumbre en los pueblos de campo. Pregunté a un<br />

transeúnte cómo se podía alquilar un auto y me señaló un<br />

sitio. Avancé 200 metros y vi un teléfono. Llamé a dos<br />

personas, mientras conversaba veo salir de la oscuridad a<br />

dos oficiales que me dicen que tengo que regresar. “¿Tú no<br />

querías quedarte? Te vamos a complacer”.<br />

Colgué el teléfono no sin antes informar lo que estaba<br />

sucediendo. Mis interlocutores no entendían nada lo que<br />

estaba sucediendo. A Kafka y Virgilio Piñera se le hubiera<br />

hecho difícil imaginarlo. En mi aturdimiento tampoco<br />

entendía, pero me hacía feliz que me llevaran de vuelta con<br />

mis hermanos.<br />

En la entrada de los calabozos, después de quitarme los<br />

cordones y las prendas, me llevaron a un cuartico donde<br />

estaba el Oficial del Operativo que me golpeó por los<br />

tobillos. Después de sentarme me puso las esposas y con<br />

parsimonia sacó la pistola, la rastrilló y me la puso sobre mi<br />

cabeza, sentía el peso del metal sobre mi cráneo que<br />

acrecentaba los dolores por los golpes antes recibidos.<br />

Aquellos segundos fueron los más largos de mi vida. No sé<br />

cómo ni de dónde saqué las palabras: "en algún momento<br />

tendrás que pagarme". Pasaron otros segundos en silencio y<br />

me respondió: “es verdad, mejor espero que estés en la calle<br />

y te doy un martillazo en la cabeza y queda como que te<br />

asaltaron pa robarte”. Me quitó las esposas y me empujó<br />

hacia afuera para que el calabocero me llevara para la celda.<br />

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