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convencidos de su fuerza y astucia, los guaraníes decidieron atacar, pero<br />
con una estrategia. Sabían que los españoles no conocían el territorio como<br />
ellos. Bastaba que un soldado se alejara de su campamento para que una<br />
silenciosa flecha lo atravesara.<br />
“No obstante esto, la convincente valentía de Anahí fue su desgracia. Un<br />
guerrero le mostró cuál era el español que había dado muerte a su padre.<br />
Desde ese día, ella lo vigilaba a toda hora, buscando la ocasión precisa para<br />
terminar con él. Una noche, observó que estaba de centinela. Se acercó<br />
cautelosamente, porque no era una tiradora muy experta. Favorecida por su<br />
pequeña talla y por las sombras que la ocultaban, Anahí extendió su arco,<br />
disparó una flecha y el centinela rodó por el suelo, emitiendo un fuerte grito.<br />
Sin embargo, la joven se había arriesgado demasiado... Los españoles acudieron<br />
en auxilio de su compañero.<br />
“Ese amanecer, prepararon un plan de ataque con la intención de capturar al<br />
cacique de la tribu. ‘Éste’ se había ganado una mítica fama entre los españoles,<br />
que lo creían un gigante de varios metros de altura. Pensaban que en<br />
sus batallas podía matar a cientos de guerreros sólo con sus manos, y que<br />
era el hijo de una bestia con garras de dos metros. Grande fue la sorpresa al<br />
ver que el famoso cacique de la tribu no era más que una joven muchachita<br />
de baja estatura. Anahí fue apresada y llevada en presencia del jefe español.<br />
“-¿Una mujer que asesina como un hombre?- le dijo -¿Sabes lo que te espera<br />
por matar a un centinela? Anahí no entendía una palabra de lo que el<br />
jefe español decía, pero podía presentir lo que le esperaba. -¡Llevadla lejos,<br />
atadla a un tronco y quemadla viva! – sentenció el jefe. Anahí fue conducida<br />
al bosque, sujeta a un árbol y rodeada de leña. Un soldado roció con grasa<br />
la madera y la encendió. Débiles lenguas de fuego se propagaron por las<br />
ramas junto con un humo negro y sofocante. Y entre brasas incandescentes,<br />
la muchacha quedó oculta a los ojos de los verdugos. En vez de oír los<br />
gemidos de dolor, éstos escucharon una agradable melodía que surgía de la<br />
garganta de Anahí. Era la canción que había entonado el día del entierro de<br />
su padre. Murió como una valiente guerrera de Tupá, pensando en que él y<br />
su padre la esperarían más allá del horizonte ...<br />
“Los centinelas estaban a punto de retirarse cuando de repente observaron<br />
algo que los dejó boquiabiertos. Las llamas se despegaron del suelo y se<br />
elevaron hasta la copa del árbol, llevando a la joven envuelta en un manto<br />
de fuego ... Y al llegar arriba, las brasas ardientes se introdujeron entre las<br />
ramas con violento chisporroteo. Los españoles observaban mudos de terror.<br />
Miraban al pie del árbol y no veían a la joven. El espectáculo de aquél<br />
incendio que iluminaba la copa del árbol hasta las puntas de las hojas, sin<br />
quemarlas, les produjo tanto asombro que huyeron hacia el campamento. El<br />
lugar quedó desierto.<br />
Agencia de Protección Ambiental - Ministerio de Ambiente y Espacio Público - GCBA 37