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La Reserva Ecológica Costanera Sur - Patrimonio Natural y Cultural de la Ciudad de Buenos Aires<br />
estaba en condiciones de tratar aquí el sulfato de talio, y que otra empresa<br />
estaba autorizada para realizar la disposición final del HCH. Sin embargo,<br />
esta última –luego de ser clausurada y rehabilitada- se desentendió de esta<br />
tarea y rechazó el trabajo.<br />
A raíz de esta decisión, la firma hidráulica que trataría la sal tóxica aceptó<br />
hacerse cargo de la transformación de ambos compuestos peligrosos en<br />
otras formas inocuas que no dañaran la salud pública.<br />
Dada la toxicidad de los materiales, se acondicionaría el galpón que almacenaba<br />
los tambores con el fin de reforzar su seguridad. Como la empresa<br />
no cumplió con los requisitos exigidos por el gobierno porteño, la tarea fue<br />
derivada a otra firma.<br />
Por fin, tras mucha labor de gestión, se logró la posibilidad de enviar los<br />
compuestos a Amberes, Bélgica. Pero el trámite no era sencillo, ya que había<br />
que pedir un permiso formal a los cinco países por cuyas jurisdicciones<br />
marítimas debía pasar el barco que los transportaría. Éstos eran, en orden<br />
desde la salida del puerto, Uruguay, Brasil, Senegal, Reino Unido y Alemania.<br />
Como Uruguay se opuso, debió contratarse un buque que eludiera las aguas<br />
uruguayas. Y Senegal demoraba la autorización. Finalmente, accedió. Los<br />
numerosos trámites ante la justicia argentina y el cierre estacional de la planta<br />
de tratamiento belga que se ocuparía de los productos continuaron retardando<br />
la solución. Sin embargo, la RECS pudo liberarse definitivamente del<br />
veneno cuando todos los pasos legales fueron completados por el gobierno<br />
de la Ciudad de Buenos Aires, y los compuestos tóxicos zarparon rumbo a<br />
Europa a bordo del buque “Grande Brasil” para ser finalmente tratados.<br />
Esfuerzos para lograr la conservación<br />
de la Reserva<br />
La RECS es hoy un oasis de naturaleza, tranquilidad y seguridad. Constituye<br />
el paseo ideal para “desconectarse” de las actividades cotidianas estresantes<br />
a orillas del Río de la Plata, y a muy pocas cuadras del centro de Buenos<br />
Aires.<br />
Si el tiempo acompaña, no existe una mejor opción para escapar del bullicio<br />
porteño dentro de la misma ciudad. Bañados, lagunas y la inmensa variedad<br />
de especies animales y vegetales conforman este particular ecosistema que<br />
contrasta con la jungla de cemento que se yergue a sólo pocos metros.<br />
Una de las mayores dificultades para proteger adecuadamente la Reserva lo<br />
constituye, precisamente, su principal virtud: la cercanía con el centro de la<br />
“gran ciudad”. Es que Buenos Aires aporta involuntariamente al área anima-