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La Reserva Ecológica Costanera Sur - Patrimonio Natural y Cultural de la Ciudad de Buenos Aires<br />
De este modo, a diferencia de las plantas que almacenan su energía en la<br />
parte alta de los tallos, las gramíneas resisten muy bien el fuego. Cuando<br />
éste se produce, la cortadera, por ejemplo, ve liberado su camino para apropiarse<br />
de nuevos espacios y reemplazar sectores que, previamente a los<br />
incendios, ocupaban otras especies.<br />
Por lo tanto, el fuego aumenta las ventajas adaptativas de la cortadera y,<br />
al favorecer su dispersión, le elimina la competencia, allanándole el camino<br />
para extenderse y aumentar su dominancia por sobre otras plantas menos<br />
dotadas ante esta situación. De esta forma, si los incendios no se hubieran<br />
interrumpido. ¡la Reserva se habría transformado prácticamente en un cortaderal<br />
puro! De hecho, hoy esta especie invade antiguas áreas de lagunas<br />
cuyos límites fueron retrocediendo por la sequía.<br />
Los alisos de río y los sauces poseen una estrategia similar, y también reaparecen<br />
bastante rápidamente, porque rebrotan sin problema en el área una<br />
vez que el fuego cesa. Además, en ciertos sectores conforman bosques<br />
más bien ignífugos porque mantienen la humedad. Obviamente ésta es muy<br />
alta cerca de las áreas inundadas, y va disminuyendo hacia las zonas “interiores”.<br />
Así, en los sectores intermedios lejanos a las lagunas o bañados, la<br />
vegetación y su fauna asociada (incluyendo nidos de aves) desaparece ante<br />
el avance del fuego. Luego resurgen las plantas autóctonas que inician la<br />
sucesión.<br />
Sin embargo, en estas condiciones, algunas especies exóticas como el ricino<br />
(Ricinus communis), el paraíso (Melia azedarach), el ligustro (Ligustrum<br />
lucidum) y la ligustrina (Ligustrum sinense) pueden también “aparecer” en<br />
la Reserva pero, afortunadamente, no suelen prosperar demasiado ante el<br />
avance de las plantas autóctonas invasoras.