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Puerto, con el fin de embarcarse hacia Europa para su desactivación definitiva<br />

como compuestos tóxicos. El destino fue Amberes, en Bélgica, un país<br />

especializado en el tratamiento de este tipo de residuos especiales.<br />

El producto en cuestión estaba constituido por más de seis toneladas de veneno.<br />

Se trataba de dos poderosos plaguicidas, muy peligrosos para la salud<br />

humana y ambiental, empleados para combatir insectos, ratas y ratones.<br />

La historia comenzó una década atrás, cuando un gobierno anterior había<br />

comprado más de cinco mil quinientos kilos de un compuesto químico derivado<br />

del petróleo, considerado entre los que genéricamente se denominan<br />

“organoclorados persistentes”. En este caso, era el conocido por los especialistas<br />

como hexaclorociclohexano (HCH). También se adquirieron más de<br />

quinientos kilos de una sal tóxica, el sulfato de talio, que iba a ser destinada<br />

a tareas de desratización.<br />

Una paradójica e insólita contradicción<br />

Al poco tiempo de la compra se constató que el material estaba vencido<br />

antes de ser utilizado. Debido a su alta peligrosidad, la justicia ordenó disponer<br />

transitoriamente los tambores contenedores de esos compuestos, de<br />

doscientos litros cada uno, y almacenarlos en la zona portuaria para su tratamiento<br />

o exportación. Increíblemente, los tambores fueron llevados a la<br />

Reserva.<br />

El gobierno porteño de entonces contactó a la empresa que había vendido<br />

los productos para que efectuara su tratamiento. Pero suspicaz y misteriosamente,<br />

la firma ya había cambiado de rubro. Luego de consultar empresas<br />

especializadas en metodologías procedimentales ligadas a residuos<br />

peligrosos, éstas recomendaron que el material fuera enviado a la localidad<br />

de Zárate. La Constitución de la Provincia de Buenos Aires no permite recibir<br />

residuos peligrosos de otras jurisdicciones. Entonces se solicitó la autorización<br />

para transportar el material a Santa Fe pero, una vez más, la normativa<br />

vigente impidió el traslado.<br />

Idas y venidas...<br />

Parecía un círculo vicioso del que no era posible salir. Por un lado la Argentina,<br />

como signataria de tratados internacionales, tiene prohibido exportar<br />

residuos tóxicos que puedan ser tratados en el país. Pero por el otro, no pueden<br />

desactivarse en territorio argentino por las normas que prohiben su traslado<br />

entre distintas jurisdicciones. Sin embargo, debía resolverse el caso...<br />

Poco después, el gobierno nacional informó que una firma hidráulica local<br />

Agencia de Protección Ambiental - Ministerio de Ambiente y Espacio Público - GCBA 61

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