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La Reserva Ecológica Costanera Sur - Patrimonio Natural y Cultural de la Ciudad de Buenos Aires<br />

“Mientras tanto, un guaraní que se había ocultado entre unos matorrales,<br />

también vio lo ocurrido y corrió a contárselo al brujo de la tribu. - Es la mano<br />

de Tupá – dijo el hechicero - que eleva el alma de Anahí para llevársela consigo.<br />

Condúceme hacia ese lugar - le pidió. Como ya amanecía se acercaron<br />

cautelosamente para evitar que los españoles pudieran verlos, porque tenían<br />

su campamento no demasiado lejos de allí.<br />

-¡Aquí es! ¡Ahí está la leña de la hoguera! –señaló el indio. Las llamas se<br />

habían extinguido y ahora el árbol ostentaba su copa repleta de flores muy<br />

singulares que nunca nadie había visto antes. Tenían la forma de las ‘lenguas’<br />

de la llama que envolvieron a Anahí. Eran rojas como su sangre. Eran<br />

las flores del ceibo”.<br />

Una leyenda, varias versiones...<br />

...y el germen de la letra de algunas canciones<br />

El texto de las páginas anteriores es sólo una de las múltiples interpretaciones<br />

tejidas en torno del hecho que dio origen a la leyenda, y de las numerosas<br />

traducciones realizadas del guaraní sobre la base del “nacimiento” de la primera<br />

flor de ceibo, a partir de la persona de Anahí.<br />

Este fenómeno es común en la literatura, y ocurre con la mayoría de las historias<br />

ancestrales transmitidas a través de las sucesivas generaciones sólo por<br />

tradición oral. En determinado momento, varios autores en forma simultánea<br />

las recogen en diferentes lugares y las escriben de manera distinta con un<br />

contenido similar. Aunque cada autor le agregó algunos elementos, la esencia<br />

de la leyenda permaneció intacta con los siglos.<br />

Una de las variantes, por ejemplo, refiere que “... Anahí entonaba todas las<br />

tardes su melodía y deleitaba a los guaraníes con sus canciones inspiradas en<br />

sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... hasta que llegaron los<br />

invasores, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron sus tribus<br />

y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad. Entonces Anahí fue llevada<br />

cautiva, y dejó de cantar para llorar día y noche hasta el día de su muerte...<br />

Y del milagro de un reluciente árbol verde con flores rojas aterciopeladas en<br />

lugar de cenizas, como símbolo de valentía y fortaleza ante tanto sufrimiento...”<br />

Otro de los textos alusivos dice que “... la flor del ceibo es el alma de la acomplejada<br />

reina india adolescente de una tribu indomable, llamada Anahí. Tímida,<br />

insegura e introvertida, fue capturada por los españoles, condenada a muerte<br />

y transportada a la hoguera. Su cuerpo incendiado tomó una extraña forma<br />

hasta convertirse en un esbelto árbol coronado de flores rojas... Este árbol es<br />

el ceibo, que fue adoptado como flor nacional argentina. No por su belleza, ni<br />

su delicadeza, ni su perfume – facultades de las que adolecía la joven protagonista<br />

de esta historia-, sino porque florece sin dificultad en cualquier rincón, al

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