Hacia una fenomenología del lenguaje iconográfico - CIAF

como identificación o ideal del ser, sino como
retrato de las realidades sociales a superar
mediante el heroísmo cotidiano del trabajo, la
educación, la política, la economía o el simple
acto de existir para repensar la agonía del mundo,
en función de los vejámenes relatados: ¿Acaso
ciudad Gótica no retrata la realidad de nuestras
urbes plagadas de inseguridad, violencia,
intolerancia y animalización del hombre, en selvas
de cemento constituidas por el bullicio de un
disparo, un robo o el grito desgarrado de una
violación? Nuestra urbe (…) es la ciudad a la que se
llega al morir y donde cada uno encuentra las personas que
ha conocido. Es señal de que estoy muerto también yo‖.
(…)Es señal de que el más allá no es feliz 57 ‖.
El emblema o el escudo posado en el pecho del
héroe no aparece en la fisionomía estética del
villano, puesto que su impronta originaria es el
acto destructivo. Las explosiones de un edificio,
las llamas o la sangre, visten al villano con un
traje sombrío tejido con los miedos de la
sociedad que gime buscando la salvación. Como
ven, el villano posee un poder para socavar en los
temores y apropiarse de las debilidades; si la
devoción es el arma del héroe, el miedo es el
artilugio predilecto del villano. Véase en la
composición narrativa de una escena típica del
hilo tempore/narrativo donde aparece un villano.
Este relata meticulosamente sus planes, (tiene
atado de pies y manos al héroe) y el villano trata
por todos los medios de confundir, engañar y
asustar; en largometrajes de terror es común ver
un “arma blanca” o un revolver apuntando a la
sien de la victima, quien como prueba de terror
emana sudor, movimientos bruscos o gritos
ininteligibles, porque el villano es dueño de la
situación. Para el desarrollo de la situación, el
contexto cambia, lo que otrora era una sala, calle
o plaza tranquila, se convierte en un “hades”
ambientado por la iluminación tétrica, el efecto
sonoro, la musicalización y la planimetría; ―es
precisamente por un recrudecimiento artificial del poder, de
lo real y de lo social por lo que intentamos
escabullirnos 58 ‖.
57 CALVINO, Ítalo (1998) Las ciudades invisibles.
Editorial Siruela. España. Pág. 52
58 BAUDRILLARD, Jean (1978) Cultura y Simulacro.
Kairós. Barcelona. Pág. 50
EL LENGUAJE ICONOGRÁFICO: MITOLOGÍAS EN LA ERA DIGITAL
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En segunda instancia es válido hablar de los
comportamientos y perfiles de cada Villano. El
villano se puede caracterizar en diversas
tipologías o patologías, está el desquiciado que ha
soñado con destruirlo todo, el intelectual quien
urde planes para la consolidación de sus metas, el
villano descomunal físicamente cual alegoría de
los gigantes o titanes; está la mente diabólica y
mágica capaz de configurar un serie de
fenómenos paranormales (llámese hechicería,
magia o brujería) el villano cronológico que
retorna cada cientos o miles de años para cumplir
una profecía; la bestia también puede establecerse
como villano trayendo a colación a los Dragones,
Los lobos y demás animalismos míticos.
Un villano esquizofrénico es dinámico, volátil e
impredecible, como ejemplo podemos citar al
Guasón, caracterizado por su amplia sonrisa,
cabello verde y traje púrpura. Este sujeto evoca la
locura del mal y toda suerte psicológica de los
patrones malévolos al predeterminar el ataque
hacia sus enemigos. Aunque no se niega que la
patología esquizofrénica puede relacionarse con
el pensamiento racional intelectual para crear
planes y estrategias; este tipo de villano usa sus
conocimientos e inteligencia para forjar una
epistemología del mal, ejemplo de ello es Lex
Luthor. La monumentalidad y la fuerza física
recuerdan las hazañas en la arena o las epopeyas
imbricadas en grandes músculos, fisionomías
desproporcionadas, grandes fauces y gigantescas
apariencias, el cíclope simboliza ese fisiculturismo
del mal. El hechicero o brujo recoge la metafísica
de la magia y el misticismo para hacer daño, el
modelo Disney aborda esta mitología con las
brujas malvadas. Los principios originarios y
arquetípicos de la historia, enuncian la llegada del
mal como un vaticino seguro; el mundo está
supeditado a la voluntad de un mal que llega cada
cien o mil años.
Un ejemplo de esta representación es “Satanás,
“el Diablo” o “Lucifer”. Concebido como una
bestia infernal, Satanás es el villano por excelencia
de la lucha entre el bien y mal, su particular figura
(alas de murciélago, cuernos, cola, tridente y
extremidades inferiores animales) recuerda la
iconografía del mal, ligado con el símbolo del
horror, el Apocalipsis o el final del todo, en una