Hacia una fenomenología del lenguaje iconográfico - CIAF
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estatus o el reconocimiento social abordan <strong>una</strong><br />
simbología <strong>del</strong> acto comercial, haciendo de la<br />
forma consumista <strong>una</strong> peripecia diferencial en la<br />
sociedad, puesto que actualmente no es lo mismo<br />
comprar en <strong>una</strong> gran superficie comercial, llena<br />
de salas de cine, almacenes de vanguardia y<br />
máxima seguridad, que comprar en el mercado de<br />
las pulgas, la tienda de la esquina o la calle<br />
popular: ―Los elementos de la forma tienen entre sí, por<br />
lo tanto, relaciones de lugar, de proximidad: el modo de<br />
presencia de la forma es espacial. El concepto, por el<br />
contrario, se ofrece de manera global, es <strong>una</strong> suerte de<br />
nebulosa, la condensación más o menos imprecisa de un<br />
saber 88 ‖. Dicho concepto se asocia con factores<br />
como el valor <strong>del</strong> producto, su calidad,<br />
accesibilidad, reconocimiento social y<br />
comercialización. La escisión social no es dada<br />
solo por la aparición o no <strong>del</strong> producto (puesto<br />
que la marca Coca-Cola, Gillette o Marlboro es<br />
susceptible de aparecer en la tienda más<br />
deprimida <strong>del</strong> barrio más popular, o en el centro<br />
comercial de alta alcurnia) sino también por la<br />
connotación consumista de valores sociales,<br />
limitantes y definitorios: ―En la línea <strong>del</strong><br />
interaccionismo simbólico, diremos que la negociación es un<br />
componente clave para el funcionamiento de las<br />
instituciones y de los campos socioculturales 89 ‖, cuyo<br />
intercambio de valores, sentidos, productos y<br />
toda suerte de alegorías definen el ser y el<br />
acontecer consumista de la sociedad. Así pues el<br />
creacionismo publicitario radica en la capacidad<br />
de dotar al sistema de sentidos sociales mediante<br />
las campañas publicitarias, que recordemos se<br />
toman reiteradamente la pantalla, el audio o el<br />
texto impreso. Aunque, vale la salvedad, quien<br />
tiene el poder de decisión es el<br />
receptor/consumidor, la publicidad en el sentido<br />
creacionista solo fundamenta la estrategia y el<br />
imaginario a consumir sobre la base de un<br />
producto que se debe promover, a través de la<br />
imagen como aliada <strong>del</strong> diseñador, el estratega o<br />
el promotor.<br />
El sentido cosmogónico vela por la construcción<br />
de mundos y realidades consumibles en tanto<br />
88<br />
BARTHES, Roland (1999). Mitologías. Siglo XXI.<br />
Madrid. Pág. 127<br />
89<br />
CANCLINI, Néstor (2000) Cultura Popular: De la<br />
épica al simulacro. Quaderns Portatils. Barcelona. Pág. 7<br />
EL LENGUAJE ICONOGRÁFICO: MITOLOGÍAS EN LA ERA DIGITAL<br />
35<br />
diseño de producciones, masificación de estéticas<br />
para revolucionar el mercado y toda suerte de<br />
artilugios relacionados en función de <strong>una</strong><br />
arquetipología universalmente entendida,<br />
ejemplos de esta cosmogonía publicitaria reposan<br />
en los anaqueles de sectores como la tecnología,<br />
la alimentación, la moda, los deportes y toda clase<br />
se <strong>fenomenología</strong>s integradas al acto consumista<br />
de bienes y servicios. En si misma, la publicidad<br />
es <strong>una</strong> cosmogonía mitológica capaz de hacer<br />
figurar a la estrella otrora olvidada, al santo con la<br />
verdad apocalíptica <strong>del</strong> momento o al orador<br />
cuyo auge amerite ser postulado como presidente<br />
de <strong>una</strong> nación. La cosmogonía de <strong>una</strong> publicidad<br />
mitológica converge en la idea de materializar<br />
desde el ser humano <strong>una</strong> suerte de símbolos<br />
concomitantes en el espectro visual de los<br />
anuncios, la propaganda y el letrero constante<br />
sobre la noticia de moda, que por su esencia<br />
dinámica tiene la capacidad de transformar<br />
constantemente los arquetipos a la sazón de los<br />
mo<strong>del</strong>os que se fundamentan como verdades<br />
consumibles donde el juego de roles (ser lo que<br />
no ese) matices (realidades irresolutas o datos<br />
palimpsestos) e identidades pululantes imbricadas<br />
en simulacros, mo<strong>del</strong>izaciones y nebulosas<br />
construcciones semánticas acaecen al alcance <strong>del</strong><br />
público: ―Pero aquí todo es diferente: el significante tiene<br />
en cierto modo dos caras: <strong>una</strong> cara llena que es el sentido<br />
(…), y <strong>una</strong> cara vacía, que es la forma (…)<br />
Evidentemente, lo que el concepto deforma es la cara llena,<br />
el sentido (…) 90 ‖, dando pie al heliocentrismo<br />
propuesto por la era digital<br />
Tradicionalmente se ha entendido al<br />
heliocentrismo como <strong>una</strong> noción epistemológica<br />
que entiende al sol como centro de la realidad.<br />
Cuando este supuesto se materializa en la ciencia,<br />
la preocupación fenomenológica está más allá de<br />
la evidencia física que provee el contexto<br />
inmediato (sea desde el tropos humano o el<br />
geocentrismo) En ese sentido entendemos la<br />
publicidad como <strong>una</strong> suerte heliocentrista<br />
sopesada por un centro universal que ha salido<br />
<strong>del</strong> hombre como lo conocemos y la<br />
globalización como noción de desarrollo<br />
económico y social, es la imaginación simbólica:<br />
90 BARTHES, Roland (1999). Mitologías. Siglo XXI.<br />
Madrid. Pág. 127