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Hacia una fenomenología del lenguaje iconográfico - CIAF

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los años 40 donde predominaba la simbología en<br />

el color, el ordenamiento disciplinario de<br />

idealizaciones y la gesticulación acentuada <strong>del</strong><br />

orador. El pasado como génesis de la propaganda<br />

para movilizar el pensamiento radica en que<br />

―precisamos un pasado visible, un continuum visible, un<br />

mito visible de los orígenes que nos tranquilice acerca de<br />

nuestros fines (…) 81 ‖, determinados eminentemente<br />

en la seguridad de la propaganda. Este producto<br />

publicitario define la identidad sobre la ideología,<br />

en el desarrollo sistemático de un orden<br />

consumista donde el público receptor se “filia”<br />

de cierta manera con la iconografía presentada<br />

mediante la relación entre idea e imagen, así, la<br />

asimilación <strong>del</strong> color, el logo, la silueta o el<br />

eslogan, como referentes de ciertos movimientos<br />

políticos convergen como huella y arquetipo <strong>del</strong><br />

sistema moral (entendido como los valores y las<br />

asociaciones subjetivas con respecto a <strong>una</strong><br />

motivación externa) asociado comúnmente con<br />

las ideas tradicionales sobre el bienestar, la justicia<br />

y demás manifestaciones ideales de un mundo<br />

materializado por la promesa de la propaganda.<br />

Como se puede apreciar se evidencia <strong>una</strong><br />

manifestación de esas huellas que definen la<br />

forma de pensar con respecto a <strong>una</strong> realidad, en<br />

este caso política, cuyos visos estéticos aún se<br />

mantienen en las retahílas de los<br />

afiches/pendones con el logo <strong>del</strong> partido, la foto<br />

<strong>del</strong> candidato de turno y la policromía latente<br />

para diferenciar los partidos pues en apariencia el<br />

pensamiento de cada movimiento responde a<br />

intereses divergentes. La publicidad deja huella, y<br />

es <strong>una</strong> huella arquetípica mo<strong>del</strong>adora de sentidos,<br />

tendencias, naturalezas y esencias íntegramente<br />

relacionadas con la ontología individual y la<br />

cosmogonía social, enclavada en el <strong>lenguaje</strong> como<br />

mito: ―Si los mitos tienen un sentido, éste no puede<br />

depender de los elementos aislados que entran en su<br />

composición, sino de la manera en que estos elementos se<br />

encuentran combinados 82 ‖. Pretender a la publicidad<br />

como alegoría mitológica nos obliga a recoger el<br />

concepto arquetípico y diferenciador (desde la<br />

marca) de la misma, sobre la base de un tercero<br />

incluido: el dato.<br />

81 BAUDRILLARD, Jean. (1978) Cultura y Simulacro.<br />

Kairós. Barcelona. Pág. 21<br />

82 LÉVI-STRAUSS, Claude (1987) Antropología<br />

Estructural. Paidós. España. Pág. 233<br />

EL LENGUAJE ICONOGRÁFICO: MITOLOGÍAS EN LA ERA DIGITAL<br />

32<br />

Como bien se entiende el mito, obedece a un<br />

sistema de elementos que se combinan entre si<br />

para re-significar, representar o mimetizar cierta<br />

suerte de realidad fenomenológica; dicho<br />

planteamiento trae a colación la marca (como<br />

dimensión categorial) la huella (como impronta y<br />

arquetipología) y el dato como unidad figurativa<br />

que denota el mensaje desde la creación estética.<br />

El manejo de la información evidenciado por las<br />

estructuras mediáticas ligadas con la publicidad,<br />

demanda la negociación, por decirlo de alg<strong>una</strong><br />

manera, de valores que van más allá <strong>del</strong> producto<br />

como gratificante pragmático, para<br />

fundamentarse en el ámbito <strong>del</strong> simbolismo en el<br />

momento mismo de erguir sistemas de valores<br />

eminentemente ontológicos. Véase en la<br />

publicidad el manejo de datos, huellas e<br />

identidades en la figuración de estrellas, modas y<br />

personajes de reconocido recorrido, pero ¿cuál es<br />

la causa que hace de estas situaciones o<br />

personajes, fenómenos reconocidos por el común<br />

de la sociedad? La mitificación. El acto<br />

mitológico reposa pues en el sentido alegórico de<br />

<strong>una</strong> figuración en espacios y tiempos<br />

reconstruidos en la necesidad misma de ofrecer<br />

más que un bienestar, un estado ideal perfecto,<br />

que liga la metafísica <strong>del</strong> humanismo como meta<br />

ulterior de los proemios mortales, con la<br />

compulsión activa de consumos masivos en tanto<br />

cuanto es el artículo un pretexto para hacer<br />

figurar dentro de un todo (medios) <strong>una</strong> partícula,<br />

marcas, estéticas y logos. Si tomamos el ejemplo<br />

mitológico de Medusa, aquella aberración<br />

demoníaca con la capacidad de petrificar con su<br />

mirada a los mortales, podemos erguir <strong>una</strong> corelación<br />

con los sistemas de producción capaces<br />

de seriar la capacidad productiva <strong>del</strong> obrero y<br />

petrificarla en un ideal inconmensurable: la venta,<br />

la ganancia y el sistema económico. Como<br />

medusa, la producción de artículos y su<br />

comercialización abandonan al ser humano a<br />

<strong>una</strong>s dimensiones estáticas ancladas a la<br />

necesidad reitera y recurrente de satisfacer <strong>una</strong><br />

necesidad específica. Ayuda a esta petrificación<br />

comercial de los usos y gratificaciones, la marca:<br />

―en la alegoría aquello que se quiere significar es <strong>una</strong>

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