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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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202 <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Patriarcas</strong> y <strong>Profetas</strong><br />

Poco tiempo <strong>de</strong>spués, José llevó también a su padre para presentarlo<br />

al rey. El patriarca era extraño al ambiente <strong>de</strong> las cortes reales;<br />

pero en medio <strong>de</strong> las sublimes escenas <strong>de</strong> la naturaleza había tenido<br />

comunión con el Monarca más po<strong>de</strong>roso; y ahora con consciente<br />

superioridad, alzó las manos y bendijo al faraón.<br />

En su primer saludo a José, Jacob habló como si con esta conclusión<br />

jubi<strong>los</strong>a <strong>de</strong> su largo dolor y ansiedad, estuviera listo para<br />

morir. Pero todavía se le otorgaron diecisiete años en el quieto retiro<br />

<strong>de</strong> Gosén. Estos años fueron un feliz contraste con <strong>los</strong> que <strong>los</strong> habían<br />

precedido. Jacob vio en sus hijos evi<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> un verda<strong>de</strong>ro<br />

arrepentimiento. Vio a su familia ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> todas las condiciones<br />

necesarias para convertirse en una gran nación; y su fe se afirmó en<br />

la segura promesa <strong>de</strong> su futuro establecimiento en Canaán. Él mismo<br />

estaba ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> todas las <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> amor y favor que el<br />

primer ministro <strong>de</strong> Egipto podía dispensar; y feliz en la compañía <strong>de</strong><br />

su hijo por tanto tiempo perdido, <strong>de</strong>scendió quieta y apaciblemente<br />

al sepulcro.<br />

Cuando sintió que se aproximaba la muerte, mandó llamar a José.<br />

Aferrándose siempre con firmeza a la promesa <strong>de</strong> Dios referente<br />

a la posesión <strong>de</strong> Canaán, dijo: “Te ruego que no me entierres en<br />

Egipto. Cuando duerma con mis padres, me llevarás <strong>de</strong> Egipto y me<br />

sepultarás en el sepulcro <strong>de</strong> el<strong>los</strong>”. José prometió hacerlo, pero Jacob<br />

no estaba satisfecho con esto; le pidió que le jurara solemnemente<br />

que lo enterraría junto a sus padres en la cueva <strong>de</strong> Macpela.<br />

Otro asunto importante exigía atención; <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> José habían<br />

<strong>de</strong> ser formalmente recibidos entre <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Israel. A la última<br />

entrevista con su padre, José llevó consigo a Efraín y Manasés.<br />

Estos jóvenes estaban ligados por parte <strong>de</strong> su madre a la or<strong>de</strong>n<br />

más alta <strong>de</strong>l sacerdocio egipcio; y si el<strong>los</strong> eligieran unirse a <strong>los</strong><br />

egipcios, la posición <strong>de</strong> su padre les abriría el camino a la opulencia<br />

y la distinción. Pero José <strong>de</strong>seaba que el<strong>los</strong> se unieran a su propio<br />

pueblo. Manifestó su fe en la promesa <strong>de</strong>l pacto, en favor <strong>de</strong> sus<br />

hijos, renunciando a todos <strong>los</strong> honores <strong>de</strong> la corte egipcia a cambio<br />

<strong>de</strong> un lugar entre las <strong>de</strong>spreciadas tribus <strong>de</strong> pastores a quienes se<br />

habían confiado <strong>los</strong> orácu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Dios.<br />

Dijo Jacob: “Ahora bien, tus dos hijos, Efraín y Manasés, que<br />

te nacieron en la tierra <strong>de</strong> Egipto antes <strong>de</strong> venir a reunirme contigo<br />

a la tierra <strong>de</strong> Egipto, son míos; al igual que Rubén y Simeón, serán

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