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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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700 <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Patriarcas</strong> y <strong>Profetas</strong><br />

Así perecieron <strong>los</strong> causantes <strong>de</strong> la rebelión en Israel. Ahitofel<br />

había muerto por su propia mano. Absalón, el <strong>de</strong> aspecto principesco,<br />

cuya hermosura gloriosa había sido el orgullo <strong>de</strong> Israel, había sido<br />

abatido en pleno vigor <strong>de</strong> la juventud, su cadáver arrojado a un hoyo<br />

y cubierto <strong>de</strong> un montón <strong>de</strong> piedras, en señal <strong>de</strong> oprobio eterno.<br />

Durante su vida Absalón se había construído un monumento costoso<br />

en el valle <strong>de</strong>l rey, pero el único monumento que marcó su tumba<br />

fue aquel montón <strong>de</strong> piedras en el <strong>de</strong>sierto.<br />

Una vez muerto el jefe <strong>de</strong> la rebelión, Joab mandó a tocar la<br />

trompeta para llamar a su ejército que perseguía a la hueste enemiga<br />

en su huida, y en seguida se enviaron mensajeros para que llevaran<br />

las noticias al rey.<br />

El vigía que estaba sobre la muralla <strong>de</strong> la ciudad, mirando hacia<br />

el campo <strong>de</strong> batalla, visualizó a un hombre que venía corriendo<br />

solo. Pronto un segundo hombre se hizo visible. Mientras el primero<br />

se acercaba, el centinela le dijo al rey, que esperaba a un lado <strong>de</strong><br />

la puerta: “Me parece que el primero corre como Ahimaas hijo<br />

<strong>de</strong> Sadoc. “Ese es hombre <strong>de</strong> bien y viene con buenas noticias”,<br />

dijo entonces el rey. Cuando Ahimaas se acercó, dijo al rey en alta<br />

voz: Paz. Y postrándose en tierra <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l rey, le dijo: “Bendito<br />

sea Jehová, tu Dios, que ha entregado a <strong>los</strong> hombres que habían<br />

levantado sus manos contra mi señor, el rey””. A la pregunta ansiosa<br />

<strong>de</strong>l rey: “¿El joven Absalón está bien?” Ahimaas dio una respuesta<br />

evasiva.<br />

Vino el segundo mensajero, gritando: “Traigo buenas noticias<br />

para mi señor, el rey: hoy Jehová ha librado tu causa <strong>de</strong> manos <strong>de</strong><br />

todos <strong>los</strong> que se habían levantado contra ti”. Nuevamente salió <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

labios <strong>de</strong>l padre la pregunta ansiosa: “¿El joven Absalón está bien?”<br />

No pudiendo ocultar el mensajero la grave noticia, le contestó: “Que<br />

a <strong>los</strong> enemigos <strong>de</strong> mi señor les vaya como a aquel joven, y a todos<br />

<strong>los</strong> que se levanten contra ti para mal”.<br />

Esto bastó. David no hizo más preguntas, sino que cabizbajo,<br />

“<strong>de</strong>cía: “¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me<br />

diera haber muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!””.<br />

El ejército victorioso, regresando <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> batalla, se acercaba<br />

a la ciudad, y sus gritos <strong>de</strong> triunfo repercutían por las colinas<br />

vecinas. Pero al entrar por la puerta <strong>de</strong> la ciudad, sus gritos se apagaban,<br />

sus manos <strong>de</strong>jaban bajar <strong>los</strong> estandartes, y con mirada abatida,

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