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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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La idolatría en el Sinaí 289<br />

será con<strong>de</strong>nado a la <strong>de</strong>strucción. Moisés comprendía cuán terrible<br />

sería la suerte <strong>de</strong>l pecador; sin embargo, si el pueblo <strong>de</strong> Israel iba<br />

a ser rechazado por el Señor, él <strong>de</strong>seaba que su nombre también<br />

fuera raído con el <strong>de</strong> el<strong>los</strong>; no podía soportar que <strong>los</strong> juicios <strong>de</strong> Dios<br />

cayeran sobre aquel<strong>los</strong> a quienes tan bondadosamente había librado.<br />

La intercesión <strong>de</strong> Moisés en favor <strong>de</strong> Israel ilustra la mediación<br />

<strong>de</strong> Cristo en favor <strong>de</strong> <strong>los</strong> pecadores. Pero el Señor no permitió que<br />

Moisés sobrellevara, como lo hizo Cristo, la culpa <strong>de</strong>l transgresor.<br />

“Al que peque contra mí, lo borraré yo <strong>de</strong> mi libro”, dijo. [297]<br />

Con profunda tristeza el pueblo enterró a sus muertos. Tres<br />

mil habían perecido por la espada; una plaga invadió poco tiempo<br />

<strong>de</strong>spués el campamento; y luego les llegó el mensaje <strong>de</strong> que la divina<br />

presencia ya no les acompañaría más en su peregrinaje. Jehová<br />

había <strong>de</strong>clarado: “Yo no subiré contigo, no sea que te <strong>de</strong>struya en el<br />

camino, pues eres un pueblo muy terco”. Y se les or<strong>de</strong>nó: “Quítate,<br />

pues, ahora tus atavíos, para que yo sepa lo que te he <strong>de</strong> hacer”. Hubo<br />

luto por todo el campamento. Compungidos y humillados, “<strong>los</strong> hijos<br />

<strong>de</strong> Israel se <strong>de</strong>spojaron <strong>de</strong> sus galas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el monte Horeb”.<br />

En virtud <strong>de</strong> las instrucciones divinas, la tienda que había servido<br />

como lugar temporario para el culto fue quitada y puesta “fuera <strong>de</strong>l<br />

campo, lejos <strong>de</strong>l campo”. Esta era una prueba más <strong>de</strong> que Dios había<br />

retirado su presencia <strong>de</strong> entre el<strong>los</strong>. Él se revelaría a Moisés, pero<br />

no a un pueblo como aquél. La censura fue vivamente sentida, y las<br />

multitu<strong>de</strong>s afligidas por el remordimiento pensaron que presagiaba<br />

mayores calamida<strong>de</strong>s. ¿No habría separado el Señor a Moisés <strong>de</strong>l<br />

campamento para po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>struir<strong>los</strong> totalmente? Pero no se <strong>los</strong> <strong>de</strong>jó<br />

sin esperanza. Se levantó la tienda fuera <strong>de</strong>l campamento, pero<br />

Moisés la llamó el “Tabernáculo <strong>de</strong>l Testimonio”. A todos <strong>los</strong> que<br />

estaban verda<strong>de</strong>ramente arrepentidos y <strong>de</strong>seaban volver al Señor,<br />

se les indicó que fueran allá a confesar sus pecados y a solicitar la<br />

misericordia <strong>de</strong> Dios.<br />

Cuando volvieron a sus tiendas, Moisés entró en el tabernáculo.<br />

Con ansioso interés el pueblo observó por ver alguna señal <strong>de</strong><br />

que la mediación <strong>de</strong> Moisés en su favor era aceptada. Si Dios con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncía<br />

a reunirse con él, habría esperanza <strong>de</strong> que no serían<br />

totalmente <strong>de</strong>struidos. Cuando la columna <strong>de</strong> nube <strong>de</strong>scendió y se<br />

posó a la entrada <strong>de</strong>l tabernáculo, el pueblo lloró <strong>de</strong> alegría, y “se<br />

levantaba cada uno a la puerta <strong>de</strong> su tienda y adoraba”.

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