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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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232 <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Patriarcas</strong> y <strong>Profetas</strong><br />

sacrificar eran consi<strong>de</strong>rados sagrados por <strong>los</strong> egipcios; y era tal la<br />

reverencia en que <strong>los</strong> tenían, que aun el matar a uno acci<strong>de</strong>ntalmente<br />

era crimen punible <strong>de</strong> muerte. Sería imposible para <strong>los</strong> hebreos<br />

adorar en Egipto sin ofen<strong>de</strong>r a sus amos.<br />

Moisés volvió a pedir al monarca que les permitiera internarse<br />

tres días <strong>de</strong> camino en el <strong>de</strong>sierto. El rey consintió, y rogó a <strong>los</strong><br />

siervos <strong>de</strong> Dios que implorasen que la plaga fuera quitada. El<strong>los</strong><br />

prometieron hacerlo, pero le advirtieron <strong>de</strong> que no <strong>los</strong> tratara engañosamente.<br />

Se <strong>de</strong>tuvo la plaga, pero el corazón <strong>de</strong>l rey se había<br />

endurecido por la rebelión pertinaz, y todavía se negó a ce<strong>de</strong>r.<br />

Siguió un golpe más terrible; la peste atacó a todo el ganado<br />

egipcio que estaba en <strong>los</strong> campos. Tanto <strong>los</strong> animales sagrados como<br />

las bestias <strong>de</strong> carga, las vacas, bueyes, ovejas, cabal<strong>los</strong>, camel<strong>los</strong> y<br />

asnos, todos fueron <strong>de</strong>struidos. Se había dicho claramente que <strong>los</strong><br />

hebreos serían exonerados; y el faraón, al enviar mensajeros a las<br />

casas <strong>de</strong> <strong>los</strong> israelitas, comprobó la veracidad <strong>de</strong> esta <strong>de</strong>claración <strong>de</strong><br />

Moisés. “Del ganado <strong>de</strong> <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Israel no murió ni un animal”.<br />

Todavía el rey se mantenía obstinado.<br />

Se le or<strong>de</strong>nó entonces a Moisés que tomara cenizas <strong>de</strong>l horno<br />

y que las esparciese hacia el cielo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l faraón. Este acto<br />

fue profundamente significativo. Cuatrocientos años antes, Dios<br />

había mostrado a Abraham la futura opresión <strong>de</strong> su pueblo, bajo<br />

la figura <strong>de</strong> un horno humeante y una lámpara encendida. Había<br />

<strong>de</strong>clarado que visitaría con sus juicios a sus opresores, y que sacaría<br />

a <strong>los</strong> cautivos con gran<strong>de</strong>s riquezas. En Egipto <strong>los</strong> israelitas habían<br />

langui<strong>de</strong>cido durante mucho tiempo en el horno <strong>de</strong> la aflicción. Este<br />

acto <strong>de</strong> Moisés les garantizaba que Dios recordaba su pacto y que<br />

había llegado el momento <strong>de</strong> la liberación.<br />

Cuando se esparcieron las cenizas hacia el cielo, las diminutas<br />

partículas se diseminaron por toda la tierra <strong>de</strong> Egipto, y doquiera<br />

cayeran producían granos, “hubo sarpullido que produjo úlceras<br />

tanto en <strong>los</strong> hombres como en las bestias”. Hasta entonces <strong>los</strong> sacerdotes<br />

y <strong>los</strong> magos habían alentado al faraón en su obstinación,<br />

pero ahora el castigo <strong>los</strong> había alcanzado también a el<strong>los</strong>. Atacados<br />

por una enfermedad repugnante y dolorosa, ya no pudieron luchar<br />

contra el Dios <strong>de</strong> Israel, y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l que habían alar<strong>de</strong>ado <strong>los</strong> hizo<br />

<strong>de</strong>spreciables. Toda la nación vio cuán insensato era confiar en <strong>los</strong><br />

magos, ya que ni siquiera podían protegerse a sí mismos.

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